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Aceptar y rendirse ante lo que no se puede cambiar pero no resignarse ante lo que sí se puede.

 

Le llamamos fe a “algo” que actúa cuando confías en ello. Si hay un resultado después de una declaración, un decreto, un reconocimiento…, es obvio que algo nos escucha.

Ya sabemos que las cosas nos resultan muy difíciles de cambiar cuando estamos atrapados en una vida o circunstancias de las que no nos sentimos capaces de salir.

Pero, también es verdad que muchos no nos damos ni cuenta de que podríamos intentar otra cosa, algo diferente.

aceptar

Aceptar que vivimos en un castillo que siempre es el mismo. Las ventanas siempre están igual. Las puertas nunca se cambiaron y, aunque chirríen, siguen ahí tal y como estaban tiempo atrás…, darnos cuenta de esto es el primer paso para poder renovarnos.

Personalmente, sé lo que es no necesitar cambiar de sitio las cosas en una casa, soy el tipo de persona que, si hay pocas opciones, no necesito estar cambiando muebles porque lo primero que hago es ver la mejor versión y opción para ponerlos, dejando el mayor espacio libre posible, la mayor comodidad para el movimiento de los que estemos en ella y esa será la forma en que los dispondré.

Pero en la vida, fuera de nuestra casa, es verdad que debemos intentar cambiar, abrir, cerrar, probar… todo lo que sea necesario para aprender y descubrir la mejor versión de nosotros mismos interactuando con los demás. Solo hay que tener en cuenta, pienso, reflexiones que inviten a sentir y observar primero, en lugar de lanzarse sin ton ni son, como cuando queremos comernos el mundo y nos encontramos con que éste nos comió a nosotros.

Después de vivir un bloqueo donde la pereza hacia la acción externa impida que se pruebe todo lo que se pueda para experimentar y, en consecuencia, tener las cosas más claras (tal vez triunfar encontrando lo que se busca…) puede comprenderse la importancia de las experiencias para asimilar un aprendizaje.

Lo que ocurre (tal y como ya he comentado) es que, antes de una alocada y desenfrenada secuencia de salidas por más organizadas que estén y que en la mayoría de las ocasiones no servirán para nada a nivel profundo, ayuda mucho el plantear una visión interna de las cosas, una comprensión más allá de lo que nos cuenten y así esas salidas serán mucho más fructíferas y satisfactorias. Pero aún así, lo que se tenga que vivir y experimentar, por más que lo retrasemos, nada más que salgamos por la puerta estarán esperándonos para manifestarse. A veces, hasta podrían llegar a la puerta de la casa o a través de una llamada.

La vida está llena de respuestas. Hasta en una conversación que nos parezca ajena porque va dirigida a otro, pero estamos ahí presentes y si nos fijamos bien posteriormente encontraremos que, en cierto modo, tenía toda la pinta de tener que ver algo con nosotros.

Observar en los detalles cómo la casualidad no existe es la confirmación de que la vida nos está ayudando y hablando constantemente pero hemos perdido la fe y la confianza por tantas estructuras de pensamiento negativo y reforzada por una sociedad estancada.

La vida nos atiende, nos refleja y lo hace sin juicios. La vida no se mete en lo que pensamos, simplemente, nos da según sintamos. Mientras más nos miremos y seamos fieles y coherentes con lo que sentimos, más lo será la vida con nosotros porque la incoherencia no es de Dios sino del hombre.

Autor

María De La Paz Morgado Morillo
https://www.maripazmorgado.es

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