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Realizar periódicamente un buen masaje de pies proporciona excelentes resultados para los pies cansados y doloridos. No es necesario acudir a un experto para seguir una sencilla rutina que puede incluir el estiramiento de los dedos uno a uno, moviéndolos adelante y atrás para desentumecerlos, y separarlos más tarde con las manos como si el pie fuera un abanico. Combine este sencillo ejercicio con la rotación de todo el pie en círculos hacia dentro y hacia fuera para mover todo lo posible las articulaciones del tobillo.

Masajearlos con un aceite suave, por ejemplo de almendras, aplicando movimientos rotatorios desde los dedos hasta el tobillo puede ser una forma eficaz de localizar zonas doloridas. Cuando aparezca una de ellas insista en el masaje hasta que el dolor comience a atenuarse. Y para quien se sienta excesivamente agotado para seguir esta rutina, la estimulación mediante rodillos de madera resulta una estupenda opción.

Si le gusta cuidarse, la reflexología podal puede también ayudarle, siempre en manos de un experto. En nuestro cuerpo existen pequeños canales conocidos como meridianos por los que circula la energía y puede estancarse cuando los canales están bloqueados. Presionar ciertas partes del cuerpo, en particular de las manos y los pies, ayuda a que la energía vital vuelva a fluir.

Y no olvide que los pies deben mantenerse siempre a una temperatura acorde con la estación del año. En caso de precisar calcetines úselos preferentemente de lana o algodón, evitando cualquier media o calcetín que nos quede demasiado estrecha u holgada ya que los pliegues podrían ocasionar rozaduras. En situaciones de frío extremo no aplique nunca calor directo sobre los pies porque la ausencia de sensibilidad provoca fácilmente quemaduras. Y siempre que estrene zapatos nuevos utilícelos progresivamente, no más de treinta minutos la primera vez que se los ponga.

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