Pon por lo tanto los cuerpos perfectos de los metales
– Pon por lo tanto los cuerpos perfectos de los metales, es decir, el sol y la luna, en nuestra agua en una vasija herméticamente sellada, sobre un fuego suave, y digiere continuamente, hasta que sean resueltos perfectamente en un aceite sumamente precioso.
Dice Adfar: digiere con un fuego suave, como si fuera para la incubación de pollitos, hasta que los cuerpos se disuelvan, y sea extraida su tintura perfectamente unida; notad bien esto.
Pero no se extrae toda de una, sino que se separa poco a poco, día a día, y hora a hora, hasta que después de un largo tiempo, la solución de ello se completa, y aquello que está disuelto en un agua viscosa y sumamente sutil, y toda la tintura sea reducida, en un color al principio negro, que es el color de una verdadera disolución.