Finas o pobladas, con forma de media luna o de acento circunflejo, las cejas personalizan la mirada y fijan la expresión.
Sin embargo, por exceso – brutales depilaciones- o por defecto – falta de cuidados – pocas encuentran su lugar en el rostro.
Darles forma no siempre es fácil: hay que contar con los gustos personales, los rasgos faciales y las modas.
La primera vez que se depilan, es adecuado recurrir a una maquilladora para que les dé forma. Si por el contrario, una mujer se ve capacitada para hacerlo sola lo ideal es seguir la forma natural de la ceja, sin afinarla demasiado porque algunos pelitos no vuelven a salir.
Para minimizar el dolor, es aconsejable pasar previamente por la zona un cubito de hielo. También resulta menos molesto después de la ducha, cuando los poros están aún abiertos.
La ceja debe empezar más o menos sobre el lagrimal. El punto más alto del arco debe coincidir con el centro del iris y acabar pasado el extremo.
Entre las formas más comunes, destacan las semicirculares, consideradas las más femeninas e ideales para rostros ovalados. En ellas, el final de las cejas está más alto que el inicio.
Las triangulares, que han puesto de moda actrices y modelos, endurecen la expresión y son perfectas para rostros cuadrados y triangulares.
Las horizontales no favorecen mucho, aunque es uno de los estilos más extendidos. Si las cejas son espesas, otorgan un aspecto de cierta severidad y una impresión de fuerza física.
En cuanto a las orientales o ascendentes, resultan enigmáticas y exóticas. Acentúan la dureza de los rostros cuadrados, pero se adaptan como un guante a los redondos.
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