¿Influye la dieta en el estado anímico de una persona? ¿pueden ciertos factores biológicos desencadenar o empeorar una depresión?
Según una reciente investigación llevada a cabo en Gran Bretaña, la respuesta a estas preguntas es afirmativa. Se ha comprobado que en determinados casos puede existir un vínculo directo entre una mala alimentación y la intensidad de una depresión. Mediante dicha investigación se ha demostrado una relación clara entre niveles bajos de serotonina cerebral y síntomas de depresión.
Insana carencia
La falta de esta sustancia puede provocar o intensificar una depresión. Para llegar a esta conclusión, el equipo investigador manipuló el nivel de serotonina cerebral de un grupo de mujeres durante los días que duró el experimento. Todas ellas habían sufrido una depresión en el pasado. El primer día, las mujeres tomaron una bebida que no contenía triptófano, un componente básico de muchas proteínas que estimula la fabricación de serotonina. El segundo día, por el contrario, estas mujeres tomaron una bebida mucho más nutritiva que sí contenía triptófano.
El experimento demostró una clara correlación entre el estado anímico de estas mujeres, y la bebida que habían consumido. El día que tomaron la bebida sin triptófano, casi todas ellas volvieron a sufrir los terribles síntomas de la depresión. Sin embargo, el día que tomaron la bebida nutritiva que sí lo tenía, por lo general, todas estas mujeres se sintieron tranquilas y mantuvieron un estado anímico normal.
Hormona fundamental
Por tanto, el mencionado equipo investigador ha concluido que una dieta pobre que mantenga bajo el nivel de serotonina puede ser uno de los factores que provoque o al menos pueda intensificar una depresión psíquica. El riesgo es aún mayor en aquellas personas proclives a la depresión, ya que es en estos casos donde pequeñas variaciones en los niveles de serotonina pueden afectar.
Además, los investigadores destacan que enfermedades relacionadas con la alimentación, como la bulimia, pueden intensificar estados depresivos al provocar bajadas del nivel de serotonina cerebral. En este sentido, la falta de apetito puede ser un problema muy grave si no se logra solucionar con tratamientos que mantengan estable el nivel de esta sustancia.
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