– Si las arrugas no respetan tu cuello, prepárate la receta siguiente: calienta un poco de aceite (puede ser de germen de trigo, de almendra, de aguacate, de girasol, de oliva o de bardana).
Mézclalo entonces con dos o tres cucharadas soperas de miel caliente.
Por medio de un pincel aplícate al cuello esta pomada y cúbrelo con un paño de algodón ligero, humedecido.
Envuélvete el cuello con una segunda toalla o con un chal y trata de que se mantenga caliente el máximo tiempo posible; lo ideal sería un par de horas.