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Antiguamente, para burlar la vigilancia que se ejercía sobre los enamorados, llegó a establecerse un complejo lenguaje floral.

Si, por ejemplo, una enamorada recibía un ramo de claveles con tres rosas en su centro, quería decir que se la esperaba a las tres.

Pero, al mismo tiempo, quien entregaba el ramo debía estar muy atento a si ella lo cogía con la mano izquierda, la del corazón, que significaba la aceptación, o con la derecha, en cuyo caso en rechazo era claro.

No hace falta que aprendas este lenguaje complicado, pero sí que tengas en cuenta el significado de los colores.

El rojo vivo habla de pasión, el rosa, de amor tranquilo.

El azul es signo de ternura.

El verde habla siempre de una esperanza próxima a realizarse.

El amarillo, color del sol, significa felicidad, pero si es intenso y en el centro de flores violetas, significa celos o infidelidad.

El violeta puede hablar también de nostalgia y lejanía.

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