El hecho de que sean de confianza no te autoriza a darles a tus huéspedes habituales siempre los mismos menús, a menos que ellos lo soliciten. En estos casos, si la memoria falla, va muy bien tener una pequeña agenda en la que anotar fechas, nombre de los invitados, menú servido y otros datos sobre gustos descubiertos o sospechados de cada invitado (a quién no le gusta el pescado, quién no come huevos u odia el queso, etc.)
Si has invitado a unos amigos forasteros a pasar unos días en tu casa, evita programarles la estancia sin contar con su opinión. Que no se dé el caso de que cuando lleguen se encuentren con que les espera una apretada programación de visitas en cuya confección ellos no tuvieron arte ni parte. Sí puedes tener preparada una lista de recomendaciones o sugerencias, pero deja que sean ellos en última instancia y sin presiones por tu parte quienes decidan lo que deseen hacer.
De la misma manera que cuando te invitan a casa de alguien, lo más correcto (salvo un caso excepcional) es que tus hijos se queden en casa al cuidado de alguien, cuando eres tú quien invita tampoco debes imponer la presencia de los niños a tus huéspedes. Los niños pueden quedarse a saludar y rondar por allí durante el aperitivo, e incluso, si tienen edad para ello, ayudar a servirlo. Pero después, antes de que empiece la comida, deben seguir sus horarios habituales, despedirse de todo el mundo y marcharse a la cama.
Si recibes invitados, procura que tu casa, que ya de natural debe estar limpia, lo esté ese día particularmente, y arreglada. Si el motivo de la reunión es una cena, las cortinas estarán corridas y las luces encendidas, de forma que el ambiente resulte acogedor y agradable. No bien lleguen, ayúdales a desprenderse de sus abrigos, bolsos, etc. y ponlos en el lugar adecuado. Si los invitados no conocen tu casa, puedes invitarles a hacerlo. Previamente habrás puesto toallas limpias en el baño, y ofrecerás a tus invitados la posibilidad de pasar a él para lavarse las manos antes de sentarse a la mesa.
Si tienes invitados, procura estar lista/o a la hora en que los hayas citado. Los invitados, por su parte, pueden permitirse un máximo de diez minutos de retraso. A veces este pequeño lapso resulta muy útil para el ama de casa. Lo contrario – llegar antes de la hora – sería de pésimo gusto. Tras haberles recogido los abrigos, presenta a los recién llegados a los demás invitados antes de servir la primera copa. Sirve enseguida sin esperar a aquellos que hayan superado los diez o quince minutos de retraso autorizado. No olvides que a todo el mundo no tiene porqué gustarle el alcohol. Ten dispuestas también bebidas sin alcohol, zumos de frutas o refrescos.