Es por desgracia bastante corriente que actualmente si entramos en un bar o en una cafetería para tomar algo, o en una tienda a comprar cualquier cosa, el camarero o el dependiente se nos acerque con expresión inquisitiva, esperando sin duda a que nosotros le indiquemos lo que queremos. Es una costumbre lamentable.
El que se halla tras una barra o un mostrador debiera dirigirse al cliente deseándole en primer lugar los buenos días o las buenas tardes e interesándose acto seguido por sus deseos, no esperando con gesto avinagrado, o como si le estuviera haciendo un favor, a que el cliente se manifieste.