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Dado que en esta etapa adolescente estamos empezando a descubrir nuestro <>, nuestra personalidad diferente del resto de personalidades, necesitamos momentos de soledad para estar con nosotros mismos, explorarnos y tratar de encontrarnos.

Esta necesaria y fructífera soledad no debe convertirse, sin embargo, en un aislamiento excesivo del mundo exterior.

Puede sucedernos en situaciones en las que tratamos de apartarnos de la incomprensión del resto del mundo, pero debemos superarla para evitar la tristeza y la depresión.

Al tratar de conocernos a nosotros mismos nace la intimidad personal, el despertar de la vida interior, descubrimos y construimos nuestra verdadera esencia.

El descubrir nuestra esencia es fundamental a la hora de plantearse la vida. De este modo obraremos con motivos profundos y nuestras acciones serán personales, reflexionadas, no debidas a lo que nos ha impuesto el resto del mundo desde la infancia.

Podremos contenernos de tomar lo que nos apetece impulsivamente en el momento, para conseguir a largo plazo aquello que sabemos que realmente queremos.

Tendremos más claras nuestras prioridades e iremos desarrollando un proyecto personal de vida (qué profesión elegiremos, en qué persona queremos convertirnos, de quién queremos rodearnos ) en base a lo que somos.

No es extraño que durante un tiempo variable la vida interior y la vida exterior compartan nuestra vida pero de una forma paralela, separada.

Poco a poco se irán integrando y la visión de ambas unidas resultará mucho menos compleja y extraña de lo que ahora nos parecen por separado.

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