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Considerada «remedio para todos los males», la aspirina
es el medicamento más popular, extendido y aceptado. Todos hemos experimentado
el alivio producido por sus excelentes efectos analgésicos, antireumáticos,
antinflamatorios y antipiréticos (contra la fiebre). Pero también
presenta sus problemas: puede provocar úlceras gastroduodenales, alergias
y lesiones renales, y está contraindicada en algunos casos. La alternativa
natural para estos problemas puede consistir en comer un puñado de
almendras, aunque sus efectos sean más lentos. La explicación es sencilla:
un grupo de investigadores norteamericanos ha descubierto que las
almendras -como las patatas y casi todas las frutas, aunque éstas
en menor grado- contienen una buena proporción de de salicilatos,
sales formadas por el ácido salítico y una base que constituyen el
principal agente activo de la aspirina, al que se deben los milagrosos
efectos de este popular fármaco.

Por si fuera poco, las almendras poseen, además, un
alto valor calórico y proteínico. Ayudan a la regeneración del sistema
nervioso y son un buen antiséptico intestinal. En Sudamérica se utilizan
para curar diarreas, irritaciones en las vías urinarias, bronquitis
y pulmonías, considerándose el aceite de almendras un buen remedio
para los sabañones y dolores de oído.

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