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Con los elementos que tienes en casa y estas indicaciones de experta, tú misma podrás hacerte un verdadero tratamiento de belleza cuyos excelentes resultados te garantizarán un cutis siempre lozano y fresco.

Un facial es una forma sencilla de cultivar la belleza. Cuando lo hace personal especializado en una clínica adecuada, resulta además placentero y benéfico para el espíritu y la salud mental.

Desde luego, no siempre disponemos del tiempo o el dinero que hacen falta para que nuestro cutis pueda disfrutar de un facial profesional con la frecuencia debida, por lo que es conveniente aprender a hacerlo en casa lo mejor posible. De esta manera, no descuidaremos nuestra piel entre visita y visita a la esteticista.

Retira el maquillaje
Como todas sabemos, el facial comienza con el desmaquillado. La elección de una leche ligera que podamos trabajar con facilidad en movimientos circulares, es lo más indicado.

Date un masaje placentero que mezcle las impurezas y el maquillaje con la crema. Retira ésta con un algodón húmedo y tibio. Y no olvides que el cuello es parte de tu rostro; dale toda la importancia que merece.

Aplícate un tónico
Termina la limpieza de tu cutis con el tónico; éste no debe ser agresivo y sólo ha de contribuir a estabilizar el PH de la piel. A falta de un buen tónico, pásate un algodón embebido en agua de rosas o té de manzanilla.

Exfolia tu cutis
La exfoliación es siempre un paso vital de todo facial. Si posees un peeling vegetal de buena marca, utilízalo según sus instrucciones, pero si no lo tienes, haz un casero mezclando un poco de sal de mesa con una cucharadita de aceite de almendras dulces y un chorrito de agua de rosas.

Frota esta preparación sobre tu rostro y tu cuello, sin lastimar la piel. Enjuaga luego abundantemente con té de manzanilla.

Hazte un sauna facial
Si no tienes el equipo, pon a hervir agua con un poquito de tomillo; cuando haya hervido, apaga el fuego, cubre el cazo con una toalla y recibe durante cinco minutos los vapores en tu rostro, sin escaldarte. Esto ablandará acumulaciones de grasa y puntos negros, que luego podrás extraer fácilmente.

Ten en cuenta que cualquier extracción deberá hacerse con presiones de los dedos envueltos en un pañuelo facial, jamás con las uñas, y nunca se debe lastimar la piel.

Aplícate una mascarilla
Debes elegir la mascarilla adecuada al tu tipo de piel. Las mascarillas cosméticas han sido probadas y sus ingredientes estabilizados, lo cual es una garantía, pero si prefieres lo fresco y natural podrás optar por alguna de las siguientes sugerencias.

Si tienes el cutis seco, te conviene utilizar una mezcla de pulpa de aguacate con media cucharadita de aceite de almendras dulces.

Si tu cutis es normal, puedes preparar tu mascarilla con pulpa de papaya (sin semillas) y media cucharadita de miel de abeja.

Si en cambio, tu cutis es graso, lo adecuado será mezclar avena cruda molida con yogurt natural hasta formar una pasta.

En cualquiera de estos casos, prepara tu mascarilla en el momento de aplicártela, evita ponerla sobre los párpados y déjala tan sólo 15 minutos mientras te recuestas. Enjuaga luego tu rostro con abundante agua.

Aplica tus cremas habituales
Para terminar el facial, extiende sobre tu cutis las cremas que correspondan: la de ojos alrededor de éstos, la hidratante si es de día, o la nutritiva si vas a retirarte a dormir.

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