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Con las elecciones presidenciales de 2008 en lontananza ya comienzan a
perfilarse algunos aspirantes a ocupar el trono de la Casa Blanca. Hillary
Clinton ya definió su aspiración a presentarse en las primarias del Partido
Demócrata. El senador Barack Obama
coquetea con la idea y parece que pronto
precisará sus intenciones. Una mujer y un negro. ¿Estarán maduros los
Estados Unidos para ese paso? Hay demasiado racismo aún, demasiados prejuicios
sobre el llamado sexo débil, para adoptar esa estratégica decisión. Quizás una
mujer Presidenta y un negro Vicepresidente. ¿O a la inversa? Parece imposible.


Considerado por muchos como el verdadero héroe de la
primera guerra de Irak, Colin Powell
fue el primer negro, en la historia de
los Estados Unidos, en ser Jefe del
Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas. Aunque se jubiló, el aura de
vencedor de la guerra del desierto le
siguió en su retiro civil, por ello muchos le
instaron que intentase ser candidato presidencial en las elecciones del
96. Powell vaciló, no sabía si presentarse como
independiente o por el partido
republicano. Una encuesta publicada entonces
por la revista Time mostraba que
el 53 por ciento de los estadounidenses habrían votado por él si las elecciones hubiesen sido
efectuadas en aquellos días.

Powell mantuvo una posición discrepante dentro del gabinete ultra
fascista de Bush. Como Secretario de Estado alimentó fuertes discrepancias con
los halcones más agresivos como Cheney, Rumsfeld y Wolfowitz y no sustentó
buenas relaciones con Condoleezza. Powell
filtró la noticia de que no serviría en la próxima administración Bush en
caso de que éste resultara reelecto, lo cual así fue. Powell se mostraba
más liberal que conservador. Se opuso a las medidas discriminatorias
contra los inmigrantes ilegales que tanto
impulsó el xenófobo gobernador de California, Pete Wilson. Hijo de un
inmigrante jamaicano, Powell se negó a
respaldar a quienes proponían eliminar los derechos a la salud y la educación de
gran parte de las comunidades hispanas y negras. ¿Es ese antecedente el que
alienta a Obama? ¿Un dirigente negro progresista que llegara a posiciones de
poder que nunca soñó Martin Luther King?

Tomemos el caso de Hillary. Recientemente Angela Merkel fue electa
Canciller de Alemania, la primera mujer en ocupar tan alto cargo de dirección
nacional en aquél país. A los 51 años de
edad tuvo el respaldo de más de la mitad de los votos del Bundestag, el
parlamento teutón. Eso ocurrió en un país que durante siglos ha respetado la
fórmula de condenar a la mujer a la
cocina, los niños y la iglesia (kuche, kinder, kirche).

No hace mucho
Gran Bretaña estuvo regida por la conservadora Margaret Thatcher que
junto a Golda Meir guiaron a sus naciones respectivas en tiempos de
crisis. Eleanor Roosevelt dio un gran apoyo a la causa de los derechos
humanos. Eva Perón creó una mística entre los desvalidos de su país.
Indira Gandhi continuó una tradición familiar y fue una estadista de
gran vuelo. Rosa Luxemburgo fue una visionaria de las revoluciones.
Nadiejda Krupskaya le imprimió un serio impulso a la educación en el
experimento ruso. Alejandra Kollontai impulsó el amor libre en la nueva
sociedad rusa de los bolcheviques y fue una adelantada de la diplomacia
moderna.

En la medida en
que las sociedades se han hecho más democráticas las mujeres han ganado
capacidad de decisión y se han ubicado en un prominente espacio social.
Es cierto que aún persisten desigualdades. Las mujeres ganan 20% menos
salarios que los hombres por igual trabajo. Pero a inicios del pasado
siglo no podían votar ni tenían acceso a la enseñanza superior. En
Estados Unidos las mujeres tienen sólo el 14% de los puestos de
dirección política y social. En Europa uno de cada tres puestos de
gobierno es ocupado por una mujer.

La emancipación
de la mujer ha sido una de las grandes revoluciones silenciosas que han marcado
el perfil del siglo que terminó. El combate contra la discriminación racial ha
ganado grandes batallas aunque aún está muy lejos de vencer. Este siglo verá más
avances aún. La posibilidad de tener a un negro
o a una mujer en la cúspide del
poder, en una nación dominada aún por los “wasps” (white anglosaxon protestants)
aún parece una remota posibilidad.

Lisandro Otero

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