UA

El amor: Amor dependiente

Una
paciente hacía la siguiente descripción
de su ‘relación amorosa’:

Llevo
doce años de novia, pero estoy comenzando a
cansarme… El problema no es el tiempo, sino el trato
que recibo… No, él no me pega pero me trata
muy mal…

(Las
líneas anteriores, y las subsiguientes, son
parte de la experiencia de uno de los más prestigiados
psicoterapeutas vivos: Walter Riso. En estos tiempos
que festejan al amor con obsequios, detengámonos
en algunas páginas que, generoso, Walter regala
a las y los lectores de toda mujer.com)

Los expertos afirman
que la mitad de la consulta psicológica se
debe a problemas ocasionados o relacionados con dependencia
patológica interpersonal. En muchos casos,
pese a lo nocivo de la relación, las personas
son incapaces de ponerle fin. En otros, la dificultad
reside en una incompetencia total para resolver el
abandono o la pérdida afectiva. Es decir: o
no se resignan a la ruptura o permanecen, inexplicable
y obstinadamente, en una relación que no tiene
ni pies ni cabeza .

Me dice que soy fea,
que le produzco asco, sobre todo mis dientes, que
mi aliento le huele a… (llanto)… Lo siento, me
da pena decirlo… que mi aliento le huele a podrido…
Cuando estamos en algún lugar público,
me hace caminar adelante para que no lo vean conmigo,
porque le da vergüenza…

Cuando le llevo un
detalle, si no le gusta me grita ‘tonta’ o ‘retardada’,
lo rompe o lo tira a la basura muerto de furia…
Yo siempre soy la que paga. El otro día le
llevé un pedazo de torta y como le pareció
pequeño, lo tiró al piso y lo aplastó
con el pie… Yo me puse a llorar… Me insultó
y me dijo que me fuera de su casa, que si no era capaz
de comprar una mísera torta, no era capaz de
nada…

Pero lo peor es cuando
estamos en la cama… A él le fastidia que
lo acaricie o lo abrace… Ni qué hablar de
los besos… Después de satisfacerse sexualmente,
se levanta de inmediato y se va a bañar…
(llanto)… Me dice que no vaya a ser que lo contagie
de alguna enfermedad… Que lo peor que le puede pasar
es llevarse pegado algún pedazo de mí…
Me prohíbe salir y tener amigas, pero él
tiene muchas…

Los
amores dependientes

¿Qué
puede llevar a una persona a resistir este tipo de
agravios y someterse de esta manera? Cuando le pregunté
por qué no lo dejaba, me contestó entre
apenada y esperanzada: “Es que lo amo… Pero
sé que usted me va a ayudar a desenamorarme…
¿no es cierto?…”. Ella buscaba el camino
facilista: el alivio, pero no la cura.

Las reestructuras afectivas
y las revoluciones interiores, cuando son reales,
son dolorosas. No hay ninguna pócima para acabar
con el apego. […] Le dije que su caso necesitaba
un enfoque similar a los utilizados en problemas de
farmacodependencia, donde el adicto debe dejar la
droga pese a la apetencia: Lo que la terapia intenta
promover en las personas adictas es básicamente
autocontrol, para que aun necesitando la droga sean
capaces de pelear contra la urgencia y las ganas.
En el balance costo-beneficio, aprenden a sacrificar
el placer inmediato por la gratificación a
mediano o largo plazo.

Lo mismo ocurre con
otro tipo de adicciones, por ejemplo la comida o el
sexo. Usted no puede esperar a desenamorarse para
dejarlo. Primero debe aprender a superar los miedos
que se esconden detrás del apego, mejorar la
autoeficacia, levantar la autoestima y el autorrespeto,
desarrollar estrategias de resolución de problemas
y un mayor autocontrol, y todo esto deberá
hacerlo sin dejar de sentir lo que siente por él.
Por eso es tan difícil.

El drogadicto debe
dejar el consumo, pese a que su organismo no quiera
hacerlo. Debe pelear contra el impulso porque sabe
que no le conviene. Pero mientras lucha y persiste,
la apetencia está ahí, quieta y punzante,
flotando en su ser, dispuesta a atacar. El desamor
no se puede lograr por ahora, eso llegará después.
Además, cuando comience a independizarse descubrirá
que lo que usted sentía por él no era
amor, sino una forma de adicción psicológica.
No hay otro camino; deberá liberarse de él
sintiendo que lo quiere, pero que no le conviene.
Una buena relación necesita mucho más
que afecto en estado puro.

El “sentimiento
de amor” es la variable más importante
de la educación interpersonal amorosa, pero
no es la única. Una buena relación de
pareja también debe fundamentarse en el respeto,
la comunicación sincera, el deseo, los gustos,
la religión, la ideología, el humor,
la sensibilidad, y cien adminículos más
de supervivencia afectiva.

Mi paciente era una
adicta a la relación, o, si se quiere, una
adicta afectiva. Mostraba la misma sintomatología
de un trastorno por consumo de sustancias donde, en
este caso, la dependencia no estaba relacionada con
la droga sino con la seguridad de tener a alguien,
así fuera una compañía espantosa.

El diagnóstico
de adicción se fundamentaba en los siguientes
puntos:

a) Pese al maltrato,
la dependencia había aumentado con los meses
y los años.

b) La ausencia de su
novio, o no poder tener contacto con él, producía
un completo síndrome de abstinencia que, para
colmo, no era solucionable con ninguna otra ‘droga’.

c) Existía en
ella un deseo persistente de dejarlo, pero sus intentos
era infructuosos y poco contundentes.

d) Invertía
una gran cantidad de tiempo y esfuerzo para poder
estar con él, a cualquier precio y por encima
de todo; había una clara reducción y
alteración de su normal desarrollo social,
laboral y recreativo, debido a la relación;
y

e) seguía alimentando
el vínculo, a pesar de tener conciencia de
las graves repercusiones psicológicas para
su salud. Un caso de ‘amorodependencia’, sin demasiado
amor.







Vale la pena aclarar
que, cuando hablo de apego afectivo, me estoy refiriendo
a la dependencia psicológica de la pareja.
Los vínculos de la amistad y de afinidad consanguínea
constituyen una categoría cualitativamente
distinta, y exceden el propósito del presente
texto. Sin embargo, es importante hacer una acotación.

Cuando se estudia el
apego en la relación padres-hijos, el análisis
debe enmarcarse en cuestiones más biológicas.
El apego aquí parecería cumplir una
importante función adaptativa. Sin desconocer
los posibles riesgos del amor maternal o paternal
asfixiante, es evidente que una cantidad moderada
de apego ayuda bastante a que los progenitores no
tiremos la toalla, y a que los hijos logren soportarnos.
Cuando el apego (attachment biológico) está
decretado por leyes naturales, no hay que descartarlo,
la cuestión es de supervivencia. Pero si el
apego es mental (dependencia psicológica),
hay que salir de él cuanto antes.

De aquí en adelante
hablaré indistintamente de apego afectivo,
apego a la pareja y apego afectivo a la pareja.

El
deseo no es apego

De manera más específica, podría
decirse que detrás de todo apego hay miedo,
y más, algún tipo de incapacidad. Por
ejemplo, si soy incapaz de hacerme cargo de mí
mismo, tendré temor a quedarme solo, y me apegaré
a las fuentes de seguridad disponibles, representadas
en distintas personas. El apego es la muletilla preferida
del miedo, un calmante con peligrosas contradicciones.

El hecho de que desees
a tu pareja, que la degustes de arriba abajo, que
no veas la hora de enredarte en sus brazos, que te
deleites con su presencia, su sonrisa o su más
tierna estupidez, no significa que sufras de apego.
El placer (o si quieres, la suerte) de amar y ser
amado es para disfrutarlo, sentirlo y saborearlo.
Si tu pareja está disponible, aprovéchala
hasta el cansancio; eso no es apego sino intercambio
de reforzadores. Pero si el bienestar recibido se
vuelve indispensable, la urgencia por verlo no te
deja en paz, y tu mente se desgasta pensando en él:
bienvenida al mundo de los adictos afectivos.

Recuerda: el deseo mueve al mundo y la dependencia lo
frena. La idea no es reprimir las ganas naturales
que surgen del amor, sino fortalecer la capacidad
de soltarse cuando haya que hacerlo.

El
desapego no es indiferencia

Equivocadamente entendemos
el desapego como dureza de corazón, indiferencia
o insensibilidad, y eso no es así. El desapego
no es desamor, sino una manera sana de relacionarse,
cuyas premisas son: independencia, no posesividad
y no adicción. La persona no apegada (emancipada)
es capaz de controlar sus temores al abandono; no
considera que deba destruir la propia identidad en
nombre del amor, pero tampoco promociona el egoísmo
y la deshonestidad. Desapegarse no es salir corriendo
a buscar un sustituto afectivo, volverse un ser carente
de toda ética o instigar la promiscuidad. La
palabra libertad nos asusta y por eso la censuramos.

Declararse afectivamente
libre es promover afecto sin opresión, es distanciarse
de lo perjudicial y hacer contacto en la ternura.
Quien decide romper con la adicción a su pareja,
entiende que desligarse psicológicamente no
es fomentar la frialdad afectiva, porque la relación
interpersonal nos hace humanos (los sujetos “apegados
al desapego” no son libres, sino esquizoides).

No podemos vivir sin
afecto, nadie puede hacerlo, pero sí podemos
amar sin esclavizarnos. Una cosa es defender el lazo
afectivo y otra muy distinta ahorcarse con él.
El desapego no es más que una elección
que dice a gritos: el amor es ausencia de miedo.

¿Por qué
nos ofendemos si el otro no se angustia con nuestra
ausencia? ¿Por qué nos desconcierta
tanto que nuestra pareja no sienta celos? ¿Realmente
estamos preparados para una relación no dependiente?
¿Alguna vez lo has intentado? ¿Estás
dispuesta a correr el riesgo de no dominar, no poseer
y aprender a perder? Alguna vez te has propuesto seriamente
enfrentar tus miedos y emprender la aventura de amar
sin apegos, no como algo teórico sino de hecho?

Si es así, habrás
descubierto que no existe ninguna contradicción
evidente entre ser dueño o dueña de
la propia vida, y amarse a uno mismo. Por el contrario,
cuando ambas formas de afecto se disocian y desequilibran,
aparece la enfermedad mental. Si la unión afectiva
es saludable, la conciencia personal se expande y
se multiplica en el acto de amar. Es decir, se trasciende
sin desaparecer.

E.
E. Cummings lo expresaba así:

Amo mi cuerpo cuando
está con tu cuerpo, es un cuerpo tan nuevo,
de superiores muslos y estremecidos nervios.

¿Qué
dices, te decides a vivir libremente?


https://analytics.google.com/analytics/web/?authuser=0#/a19873651w39653599p39359059/admin/integrations/adsense/editor/MELVhoLOS4O55HAh2VocUA