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Un apunte sobre la filosofía de hacernos responsables de todo lo que atraemos como forma de poder cambiar lo que no nos gusta.

 

Cuando me hago el 100 % responsable de algo que estoy viviendo, que no me gusta, me daña y es la acción de otra persona hacia mí…

¿Cómo? ¿Pero cómo voy a ser responsable de lo que me hace “otro” a mí y no yo al otro?

Me parece estupendo que se debatan estas cuestiones para que cada uno llegue a su propia conclusión y forma para solucionar sus asuntos internos-externos. Independientemente de lo que comparto siempre diré “Encuentra tu propia forma” a la que te sientes afín, la que te hace sentir bien.

Maria Paz Morgado

Vuelvo al 100 % responsable.

Aceptar esto resulta algo polémico y confuso. Por pura lógica es casi obvio que no se pueda aceptar eso, principalmente porque no es uno quien ha realizado esa acción que molestó, sino que se es víctima de ella. Por supuesto será el otro quien pague las consecuencias de sus actos… Hasta aquí puede estar claro y entenderse bien.

Por un lado hay que saber que aceptar no es sinónimo de “estar de acuerdo”. Nada más lejos de eso. Aceptar es “no luchar” contra lo que “he atraído” (aquí hay que estar en conocimiento y de acuerdo con las leyes universales) que no me gusta, sino aceptar que ya “es” (no puedo cambiar lo que ya ha sucedido en este mismo instante: la palabra que ya se ha dicho – el gesto que ya se ha hecho – el golpe que ya se ha dado…, etc.) y después… tomar acción al respecto para no conformarnos ni resignarnos, pero con una actitud diferente sin el ánimo de ofender o querer quedar por encima de…, es una actitud desde la posibilidad de encontrar la mejor solución dentro de la situación que ha dolido. Puede haber enfado, molestia, dolor y expresarse…, pero la venganza ya es otra cosa.

Yo misma me sorprendí de ver en mi esa emoción, deseos de venganza (creo lo cuento en mi libro) de lo que nunca pude tomar conciencia hasta que llegó a mí la experiencia perfecta para ello.

También estamos tan acostumbrados a luchar que creemos que esa es la solución sin darnos cuenta (me incluyo) de que la lucha es la resistencia a “eso” que no queremos. Estamos constantemente resistiéndonos a esas partes de nosotros que no nos gustan y las juzgamos en otros. Pero ¿Cómo puede ser que eso que juzgamos esta en nosotros? te lo explico de forma sencilla:

Lo que juzgo en otra persona es algo que, simplemente, yo no haría…, me cohíbo, me reprimo, no me lo perdonaría… En definitiva, no lo aceptaría de mí si lo hiciera.

Cuando no hay nada en nosotros que tenga que ver (en el sentido de sanar algo) con lo que observamos, no nos molestamos ni nos enfadamos, es como si no tuviera que ver con nosotros aunque si puede generarnos una opinión sana de discernimiento e incluso compasión. Podemos pensar que sea algo incoherente o insano, etc., y tomar acción para ayudar o remediarlo pero NO nos afectará prácticamente, no nos generará sufrimiento.

Esto es muy importante tenerlo en cuenta y lo veo porque lo vivo en mi misma, al igual que tantos… Puedo sentir la resistencia (la guerra interna) tan grande que pongo para aceptar y darle la vuelta a algún asunto determinado para poder actuar tal y como he hecho con otras cosas que, precisamente por ese reconocimiento o toma de conciencia seguida de una acción diferente, se sanaron.

Esta incapacidad de reconocer algo muy doloroso es por ser eso “algo muy doloroso”, a más duela más trabajo nos costará ver el otro lado, lo que hay en nosotros que atrajo eso. Esa es mi visión y mi experiencia en mi día a día como humana con deseos de superarme a mi misma para dejar de lado, en lo posible, el sufrimiento que generan en mi interior esas memorias de dolor que Eckhart Tolle llama “El cuerpo del dolor” y en Ho’oponopono se le dicen “memorias”. Si no lo viera en mí no podría hablar de ello.

Nuestro inconsciente está lleno de programas que no conocemos. ¿Podemos imaginarnos que en un 95 % -mínimo- no conocemos nuestra mente? Estructuras mentales de las que no tenemos ni idea sobre el tipo de información que hay en ellas. Pero si miras el árbol familiar, más lo que aprendiste en tu vida desde pequeño y las conductas sociales (herencias colectivas)…, se podría entender mejor.

Puedo reconocerme como heredero de “x” información y por eso atraigo “x” que no me gusta…, pero eso no significa que la comparta o esté de acuerdo” con esa información. Acepto que en mis programas está esa información que atrajo -“lo que sea que no me gustó”- pero no me reconozco como eso. Es una información contraria a mí, yo no soy eso.

Esta reflexión aparta el sentimiento de culpa y ayuda a la aceptación para después reclamar el derecho de sanar. Si no lo reconozco como algo que está en mí (aunque no esté de acuerdo…) no puedo sanarlo y tendrá que ser el otro o la sociedad la que deba cambiar y eso, igual, no ocurre nunca por lo que sería VICTIMA para siempre como marioneta de…

La aceptación (no es, repito, estar de acuerdo) es la solución y el camino a la liberación de esa memoria-información- dolorosa que atrajo una experiencia, igualmente, dolorosa.

Es un trabajo diario, no vale hoy un ratito, mañana otro o ni me acuerdo y lo dejo para el fin de semana. Eso no sirve de nada pues no cogeremos el hábito de auto-observarnos y trabajarnos de forma que no podremos ver los programas, mucho menos cambiarlos.

 

Todo sea por un camino hacia la paz y la felicidad sin depender de algo externo a nosotros.

Autor

María De La Paz Morgado Morillo

https://www.maripazmorgado.es/

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