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En
la isquemia los tejidos corporales reciben insuficiente suministro de
oxígeno, porque el flujo de sangre en los vasos que los riegan
encuentra obstáculos.
El ataque isquémico cerebral se parece a la apoplejía
debida a la embolia (vea Apoplejía); pero, por ser
“transitorio”, se diferencia en que los síntomas parecidos a la
apoplejía duran muy poco tiempo.
Por ejemplo, la súbita aparición de una debilidad y
entumecimiento en un lado del cuerpo dura unos minutos u horas, y
desaparece, mientras que los síntomas apopléticos
persisten más de 24 horas.

Importa comprender la diferencia:si los ataques de isquemia
transitoria se reconocen y tratan, se evita a veces una lesión
más seria (en otras palabras, la apoplejía).
El estrechamiento u obstrucción de arterias que van al cerebro puede derivar de varias causas.
Con mucha frecuencia el ataque isquémico se debe a un
pequeño coágulo o un trocito de placa (vea
Aterosclerosis), desprendido de la pared de una arteria, o de una
válvula del corazón, que es transportado al cerebro.
Mientras pasa por los vasos sanguíneos cerebrales, el
coágulo o trozo de placa (llamado émbolo) impide el flujo
temporal hacia un área de tejido del cerebro, con los
consiguientes efectos negativos.

No obstante, la circulación se reanuda pronto, y los tejidos se recuperan.

La embolia, por tanto es transitoria; pero tiene muchas probabilidades de repetirse.

Los síntomas son los mismos que los de la apoplejía, pero no persisten.
Si el émbolo se aloja en una arteria que riegue el ojo, puede sufrirse
pérdida de visión debida a oclusión de la arteria de la retina.

Como muchos ataques isquémicos transitorios pasan inadvertidos, no es posible saberlo con seguridad.

Sin embargo, abundan mucho, sobre todo entre los mayores de 60 años.

Las recidivas de ataques isquémicos transitorios aumentan la probabilidad de una apoplejía.
Casi la mitad de quienes los tuvieron sufren una apoplejía en los cinco añós que siguen al primer ataque.

Si
usted ha tenido síntomas de apoplejía o pérdida repentina de la visión
de un ojo, no demore consultar a su médico, quien, después de
examinarle, quizá le envíe a un neurólogo.
El primer paso para el diagnóstico será identificar la fuente de un posible émbolo.
Origen probable de ellos es cualquiera de las dos arterias carótidas del cuello.
Para descubrir señales de su estrechamiento, su médico auscultará con
el estetoscopio varios lugares de su cuello o de su pecho, en este
último caso para captar todo sonido anormal de una válvula cardiaca o
una irregularidad en el ritmo de las pulsaciones.
Después tal vez le someta a un electrocardiograma, una radiografía del tórax y a otros exámenes de scanner.
Pudiera ser que desee también tomar algunas radiografías (arteriografías) de los vasos sanguíneos, posible causa del trastorno.

Automedicación: La finalidad del tratamiento es evitar la apoplejía.
Las medidas preventivas dependen mucho de la edad y de la salud general;pero hay varios expedientes sencillos a su alcance.
Si usted fuma, deje de hacerlo. Evite los alimentos grasos y haga
ejercicio. Compruebe regularmente su presión arterial, para que
cualquier aumento sea tratado sin demora (vea Presión sanguínea alta).
Tratamiento médico:Puede consistir, simplemente, en tomar dos tabletas de aspirina una vez al día el resto de su vida.

Ese fármaco es buena arma contra la recurrencia de ataques, puesto que evita la formación del coágulo.

También existen poderosos anticoagulantes, que sólo se venden con receta y en algunos casos se recomienda la cirugía.
Si se ha localizado con exactitud el estrechamiento de la arteria puede
tratarse en ocasiones quirúrgicamente, con el fin de que mejore el
flujo sanguíneo.

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