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La llegada del verano invita a tumbarse al sol, a andar ligero de ropa con prendas más cortas y, en general, a disfrutar más del tiempo de ocio en la calle bajo la exposición directa a los rayos solares. Hasta aquí el plan es perfecto. Lo delicado del mismo se manifiesta cuando la radiación de la luz solar, tan ansiada en esta época del año, sobrepasa los límites aconsejables y se convierte en un factor de riesgo para la salud de nuestra piel. (Brigitte Bardot dice estar arrepentida de haber tomado tanto sol en su juventud).

Una exposición a los rayos del sol con la intensidad y tiempo adecuado, normalmente, tiene efectos beneficiosos para el organismo humano (favorece la síntesis de vitamina D y fortalece los huesos). Pero cuando no se sabe convivir con este bien natural imprescindible para la generación de vida, las consecuencias pueden ser graves y, en el peor de los casos, mortales.

Lo más frecuente es sufrir las siempre molestas quemaduras los días en que nos descuidamos y la dosis solar supera los niveles recomendados, pero no hay que olvidar que la suma de estos excesos concretos puede provocar, a largo plazo, un mal mayor: el temido cáncer de piel.

Hay dos clases fundamentales de esta enfermedad, el epilioma y el melanoma. El primero afecta al 95% de estos enfermos y se manifiesta, por lo general, a partir de los 50 años de edad y en personas que por su lugar de residencia o actividad laboral (campesinos, marineros…) pasan mucho tiempo bajo la influencia de la luz solar directa. El segundo tipo de cáncer de piel se conoce como melanoma y, aunque se declara con menor frecuencia, resulta mucho más agresivo que el epilioma.

Sólo en el 5% de los casos de cáncer de piel se ha detectado melanoma, y, sin embargo, este tumor cancerígeno provoca el 65% de las muertes por esta enfermedad. Y lo peor de todo es que nada parece indicar que vaya a haber una pronta solución, ya que, a tenor del último balance, el número de pacientes atendidos de melanoma (entre 6 y 8 por cada 100.000 habitantes) sufre cada año un incremento del 7%.

Este aumento sostenido de pacientes por melanoma puede dar una idea de lo importante que es adoptar cuantas medidas sean oportunas (pocas horas al sol en las primeras tomas al menos, protectores de alta graduación…) cara a que los rayos solares resulten saludables, y no dañinos, para nuestro organismo.

Diferentes tipos de sol

En una aproximación a un plano más científico de las propiedades de la luz solar, adelantemos que hay tres tipos diferentes de radiaciones que se distinguen por su longitud de onda. Esta clasificación presenta en primer lugar a los rayos infrarrojos (su longitud de onda es de 800 nm), que posibilitan ese ansiado efecto bronceador que perdura durante varios días.

La luz visible, con una frecuencia de 400 nm, también favorece el color más tostado de nuestra piel por unos días, pero, por contra, se ha probado su influencia negativa en el progresivo envejecimiento de la piel con el paso de los años. Y por último, quedan los realmente peligrosos, los rayos ultravioleta, que se clasifican en UVA (320 nm) y UVB (250 nm) y cuyas radiaciones parecen ser las principales causantes del envejecimiento del cutis y de la aparición de cáncer de piel.

Una exposición continuada de la piel a una radiación ultravioleta puede dañar su material genético y provocar la aparición de males tan graves como el citado cáncer de piel y las cataratas, e, incluso, si la dosis solar es muy alta, afecta al buen funcionamiento del sistema inmunitario que defiende al organismo de posibles infecciones.

Llegado a este punto, cabe señalar que la fuerza y efectos de estos rayos ultravioletas dependen, entre otros factores, de la época del año en que nos encontremos, y que si bien el riesgo a una elevada radiación es ya patente desde mediados de la primavera, es durante los 2 primeros meses del verano cuando se mide la máxima intensidad.

Este hecho probado científicamente no implica que tengamos que renunciar a la playa, a la piscina, las sierras o a la práctica de deportes al aire libre, pero sí nos previene para que seamos más prudentes y tratemos de evitar en lo posible las consecuencias negativas de una larga exposición al sol.

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