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Existen, como sabes, diversas formas de darle la bienvenida al mundo a tu bebé.

 

Entre ellas, cuentas con una opción que, si bien no se practica de forma masiva, pues solo un porcentaje muy pequeño de mujeres deciden tener a su hija/o bajo el agua, te permite vivir una experiencia llena de emociones y te ofrece, además, una serie de ventajas con la que no puedes contar en la sala de partos de un hospital.

Aquí te mostramos algunos aspectos que debes tener en cuenta.

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Con toda naturalidad

Si decides tener a tu pequeña/o dentro de este medio, lo primero que debes tener en cuenta es dónde se llevará a cabo el parto. Tienes varias posibilidades a tu alcance. Hoy día, puedes dirigirte a asociaciones que están a favor de esta práctica natural y cuentan con hospitales adaptados donde se realizan este tipo de partos.

También puedes optar por tener a tu bebé en casa, siempre y cuando acondiciones la estancia donde vas a dar a luz de la manera más apropiada y te asegures que, en caso de problemas, puedas acudir rápidamente al hospital más cercano.

 

Una vez esté todo preparado, relájate para vivir este mágico momento con la mayor intensidad rodeada de las personas que más quieres y en la más estricta intimidad.

 

El agua ejerce un potente efecto calmante y balsámico, por lo que, dentro de ella, el dolor que padeces debido a las contracciones es menor y la dilatación mucho más rápida.

Pero hay un aspecto importante que debes tener en cuenta; no es conveniente que el agua esté caliente en la fase inicial del parto, pues la relajación que experimentas es tal que podría interrumpir el proceso de dilatación. Lo mejor será que te sumerjas en agua tibia y la vayas calentando, poco a poco, a medida que el tiempo pase y el momento de dar a luz se vaya acercando.

Dentro del agua, el riesgo de infecciones, tanto para la madre como para el bebé, se reduce considerablemente.

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Tu hija/o viene al mundo con toda naturalidad, pues la postura que adoptas para darle la bienvenida es la que personalmente has elegido, con la que más cómoda te sientes y aquella que la intuición te dice que es la más adecuada y correcta. Esta es una opción que no tienes cuando te encuentras en el paritorio y eres obligada a adoptar una posición antinatural, tumbada sobre la espalda, con las piernas dobladas e inmovilizada. Normalmente, las futuras mamás suelen colocarse en cuclillas, pues de esta forma, la fuerza de la gravedad ayuda a la expulsión del bebé.

 

Si estás decidida, no tienes miedo y cuentas con todo el cariño y el apoyo de tu pareja y familiares, podrás presenciar el nacimiento de tu hija/o mientras te mueves libremente, disfrutando de cada segundo.

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