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La vida es como ir en un triciclo. Sus tres ruedas simbolizan el trabajo, las relaciones sociales y el yo. Estos tres campos de la vida deben estar equilibrados para que el triciclo ruede, es decir, para que la vida discurra de forma tranquila, constante y satisfactoria

La rueda delantera representa el trabajo que, a menudo, guía la vida por completo, ocupa la mayor parte del tiempo y absorbe casi toda la energía de la persona. La rueda trasera izquierda, muchas veces demasiado desinflada, simboliza las relaciones con personas y amigos. Finalmente, la rueda trasera derecha es la propia persona, que a menudo se va agotando a fuerza de arrinconar los propios deseos y necesidades.

Tres ruedas, tres campos vitales

Estas tres ruedas simbolizan tres campos de la vida, el trabajo, las relaciones y el Yo. Todos ellos están estrechamente ligados entre sí. El déficit en uno de ellos influye negativamente en los otros dos: si las tres ruedas no tienen la misma presión, la persona pierde el equilibrio.

Llegado un punto, es necesario darse cuenta de qué rueda es la que más aire tiene y cuáles menos. Generalmente la rueda más desatendida y desinflada es la del Yo. De lo que se trata es de lograr una coherencia entre los esfuerzos dedicados al empleo, a las relaciones y al yo. En definitiva, que el triciclo pueda andar y hasta correr.

La rueda del yo está casi deshinchada

Para evitar esta situación de claro desequilibrio es necesario prestar atención a las propias necesidades. Haciéndolo se recargan las baterías, y, se conserva, e incluso aumenta, la vitalidad y la alegría. Cuanto más se tienen en cuenta los propios deseos y necesidades, tanto más se pueden aportar cosas positivas a los demás. Y, esto funciona tanto en el ámbito laboral como en la vida privada.

Las otras dos ruedas

Generalmente las personas dedican la mayor parte de su espacio temporal al trabajo y a las relaciones sociales. Estas dos ruedas suelen estar bien hinchadas y, en principio, no son problemáticas.

El desequilibrio aparece cuando tratamos de compensarlas con la rueda del Yo. Es más fácil desatender los propios intereses cuando hay que responder a demandas laborales o sociales que poner las propias por encima de las externas.

La vida como un triciclo

Un nuevo triciclo

Es necesario fabricar un triciclo nuevo, cambiando la rueda Yo: será la propia persona quien guíe y controle su vida. Tomar la responsabilidad de la propia vida automáticamente mejora la armonía entre las relaciones personales y el trabajo. De esta forma, la rueda que guía el triciclo es la del Yo apoyándose en las otras dos.

Es mucho más fácil y satisfactorio ir en el triciclo de la vida si las tres ruedas están bien infladas. Y, manteniendo esa estabilidad la persona será mejor padre, madre, marido, mujer, amigo/a, compañero/a y jefe/a.

La clave reside en darse más tiempo y libertades, para pensar, para recuperarse, para holgazanear. Momentos para las cosas que gustan y compensan. Y, libertad de movimientos para mantener la armonía óptima.

De la teoría a la práctica

  • Una vez vista la teoría es hora de llevarla a la práctica. Esto no siempre resulta fácil y, en cualquier caso, siempre se distancia de la teoría. La persona debe estar convencida de la importancia de imponer sus necesidades e intereses a los de los demás como paso previo a lograrlo. Algunos consejos para facilitar esta tarea son:
  • Organizar un horario en que se incluya el período que se va a dedicar el tiempo al ámbito profesional, a los demás y a uno mismo. El objetivo es alcanzar un equilibrio en la dedicación a cada uno de estos campos.
  • Establecer una “hora tranquila” al día y, dedicarla realmente a aquello que a cada persona le pueda apetecer.
  • Prestar atención, de forma constante, al triciclo de la vida. Tomar conciencia de que rueda está guiando la vida y procurar mantener el equilibrio.
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