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“Andrà tutto bene” [04-04-2020]

 

Me da por pensar que últimamente mi proceso de reflexión tiene muchos paralelismos con mi forma de cocinar, eliges unos ingredientes, no siempre los que uno quiere, sino de los que surgen o hay disponibles en el día y se crea algo, ya sea plato o pensamiento. La lectura de dos artículos, uno relativo a la Ley de Atracción, otro a la propuesta de creación de una Constitución Mundial, me aportan los ingredientes de hoy para enredar en los pensamientos. Ambos me han cautivado y con ambos quiero flirtear.

 

La creencia de que los pensamientos o vibraciones que emitimos, sean positivas o negativas, se reflejan de nuevo hacia nosotros atrayendo a nuestra vida aquello que proyectamos, es la síntesis de la Ley de Atracción. Y aunque, a priori, hay a quién le suena bastante fantástico, también hay quién defiende que es científicamente probable y demostrable su existencia, a cierto nivel. Uno de los experimentos en la física que trata de argumentar esto es el de “La doble rendija”, que demuestra que en un evento, unas partículas, pueden cambiar simplemente por el hecho de ser observadas, es decir, que el hecho mismo de observar una partícula tiene un efecto dramático en su comportamiento. En el experimento, las partículas observadas tendían a moverse como los científicos anticipaban que lo harían, mientras que las no observadas directamente se movían de forma sorprendentemente inesperada. Los físicos aún no entienden por qué sucede esto, pero sí apoyan la idea de que nuestra observación, conciencia y atención son herramientas poderosas. A mí, particularmente, no me hace falta demostración científica ninguna a nivel subatómico, aunque sea esclarecedora, he vivido la transformación por medio del “parto a la consciencia” producido a partir del accidente. Si somos lo que comemos, también nuestras circunstancias provienen de las que proyectamos.

 

“Sumido como estaba en un momento crítico y apesadumbradamente negativo, en lo que a mi vida se refiere, con multitud de problemas, vicisitudes y nudos negativos, a los que se añadieron otros provenientes en consecuencia del mismo accidente, todo comenzó a deshacerse poco a poco desde el minuto uno, desde la proyección del cambio producido en mí, desde la fe. Y si bien mi fe no era tan fuerte como para mover montañas, sí tenia la suficiente fuerza para arrojar una piedra al estanque y generar ondas me se expandieran, y así fue”.

 

Esto me lleva al siguiente ingrediente, la propuesta de una Constitución Mundial, planetaria, de la Tierra, que un grupo internacional de juristas y activistas han lanzado en el momento crítico actual, como herramienta de mínimos para la gobernanza global. Y no es una hipótesis utópica, aunque ya han surgido voces que la descalifican por ingenua e incluso contraproducente. Pero sus defensores argumentan, adecuadamente a mi juicio, tomando como referencia el final de la II Guerra Mundial, que si en ese momento nos hubieran dicho que hoy iba a haber una Corte Penal Internacional, o que la ley de derechos humanos se iba a imponer a la mayoría de los Estados, o que de Roma salieron los tratados fundacionales de la actual Unión Europea, considerada entonces una extravagante idea a propuesta por los franceses, ¿no nos hubiera resultado utópico?.

 

Ahora presentados los ingredientes, vamos a cocinar el plato. A raíz del escrito de ayer, diserté con alguien muy querido, sobre si habrá visos de cambio en nuestro interior o no, sobre si el proceso es resultado de una imposición y no de un cambio de consciencia humana, de si no cambiará nada, visto el pasado de la humanidad, sobre la dificultad de que se transmita de la consciencia única proactiva a la consciencia humana global, y por otra parte, si el simple hecho de plantearse el cambio, de visualizarse realizándolo, de escenificar el movimiento iniciatorio, no producirá el efecto de la piedra arrojada al estanque, no traerá consigo en inicio de algo más grande y su extensión. Que los cambios por pequeños que estos sean generan cambios, que las proyecciones colectivas positivas, emitidas se reflejarán de nuevo en nosotros atrayendo de nuevo el mismo signo de lo proyectado.

 

Así pues, voy a proceder al emplatado, insistiendo en la fe y esperanza en ésta “bipolar” humanidad, compartiendo que sólo las soluciones globales garantizarán nuestra supervivencia, consciente de que se precisará un proceso, un tiempo, espero que breve, para digerir el cambio que se avecina. También consciente que desde la emisión de proyecciones positivas individuales, que sumadas serán colectivas, recibiremos vibraciones personales y globales del mismo signo, tan solo hay que comenzar a andar el camino y éste se proyectará bajo nuestros pies. Sólo hay una salida, todos juntos, desde el interior, pero juntos. Nos acabaremos dando cuenta, de que servirá que sólo Alemania y sus satélites salgan reforzados económicamente de esta crisis en Europa, por ejemplo, si todo el entorno esta arruinado ¿a quién van a vender sus coches? y esto es extrapolable a la gran “fabrica” china.

 

Solo hay un lema: “Todo irá bien” como dicen nuestros compañeros italianos: “Andrà tutto bene”.

 

Os quiero bandid@s!!!

Voy a dejar una frase de Luigi Ferrajoli, uno de lo ponentes de la propuesta, que es simple y esclarecedora: “Es absurdo que acumulemos armamentos para la guerra y que no acumulemos mascarillas para una posible pandemia.”

No sé muy bien como musicar hoy esta reflexión, ah! ya lo tengo, con una esperanzadora y soñadora canción de Coldplay, “Paradise”, ahí la dejo.

Buen día a tod@s!!!

el-pinche-feliz

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