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Mascota y su dueño

 

A veces se les dificulta a los veterinarios percibir los cambios de comportamiento de un gato como síntoma de enfermedad y le corresponde al dueño estar atento a cualquier eventualidad que pueda traducirse en que algo no anda bien.

El simple hecho de que el gato no reciba a los miembros de su familia en la puerta de la casa, que prefiera esconderse la mayor parte del día en un armario, que no le brinde atención al nuevo juguete, o que ya no le exige al dueño la comida con el usual clamor, pueden ser señales de que algo no anda muy bien y que llegó el momento de una consulta con médica.

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“El dueño de la mascota, es el mejor observador de su gato”, señala el doctor John A. Credaroli hijo, del Valhalla Animal Hospital, con sede en Valhalla, Nueva York. Esto no significa obsesionarse con cada movimiento que haga la mascota, sino conocerlo lo suficiente para notar cambios en el consumo de alimentos o agua, o en las cantidades de orina y excrementos.

“Recibo llamadas todo el tiempo de gente que dice que su minino se comporta de manera extraña”, acota Credaroli, quien a menudo le pide a los dueños que lleven un diario con el comportamiento de la mascota, y registren fechas, horas y eventos inusuales como diarrea, pérdida de apetito o aumento en el consumo de agua. No hay que olvidar que muchos gatos vomitan ocasionalmente, sin mostrar otros signos de enfermedad y lo hacen para liberar su sistema digestivo de sustancias indigeribles, como bolas de pelos.

Signos de enfermedad

Los pequeños felinos no pueden decir cuándo se sienten mal, pero el dueño puede aprender a detectar los primeros signos de una enfermedad. Sin embargo, el mejor consejo sigue siendo llevarlo al médico veterinario.

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Deshidratación. Los felinos que no beben agua por prolongados períodos de tiempo, cosa que tienden a hacer cuando están enfermos, sufrirán deshidratación. Esta también es un signo común de enfermedad renal y se manifiesta con encías y nariz secas, depresión y pérdida de elasticidad de la piel.

Pérdida de apetito. Se niegan a consumir cualquier tipo de alimento.

Sin reacción. Trate de jugar con él y si su gato no responde, algo pudiera estar mal.

Temperatura. Lo normal es entre 38° y 39°C., cualquier cambio debe ser consultada con el médico veterinario

Cólico. Debe verse como un síntoma y no un mal. Cuando sufre de cólicos se muestra inquieto, se acuesta, levanta, y puede sufrir de vómitos.

Gripe. Es un virus que adquiere por contagio o enfriamiento excesivo y sus síntomas son: fiebre alta, estornudos, alteraciones de la conjuntiva y mucosidad nasal, tos y decaimiento generalizado.

Fiebre. Cuando el gato tiene fiebre, la mucosa nasal se le reseca, el pulso se le acelera, la respiración se muestra agitada y se observa un estado de inquietud y angustia. Si el estado febril continúa, se acuesta y se torna pesado, decaído y mantiene los ojos semicerrados y rojizos. La temperatura se le toma con un termómetro rectal, ésta fluctúa entre 38 y 39 grados centígrados.

 

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