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Operar si, o no…

 

La mayoría de los casos que en principio parecen fimosis, acaban resolviéndose por sí solos antes de que el niño cumpla los tres años, y otras veces pueden resolverse mediante la realización diaria de una sencilla maniobra para desarrollar la elasticidad de la piel del pene. Así las cosas… ¿cuándo conviene operar?

Lo cierto es que no puede ser considerado como fimosis todo lo que lo parece, y, aún en el caso de que a un niño se le diagnostique, no siempre es necesaria la intervención quirúrgica.

En medicina, se habla de fimosis cuando la parte superior del prepucio está demasiado cerrada sobre el glande, y carece de elasticidad para replegarse sobre el mismo. La causa más habitual suele ser una excesiva longitud de la piel del prepucio.

fimosis-infantil

Congénita, pero no siempre crónica

La fimosis es una anomalía congénita y normalmente se detecta desde el mismo momento del nacimiento. Sin embargo, no debe confundirse con otras anomalías similares que, generalmente, acaban remitiendo por sí solas. En el 96% de los recién nacidos, por ejemplo, no puede retraerse la piel del glande debido a las adherencias prepuciales, restos del tejido que une el glande con el prepucio, y que van desapareciendo lentamente. A los 6 meses, solo el 80% de los bebés continúan teniendo el problema. La cifra desciende aún más a los tres años, cuando el 90% de los niños que nacen con este problema han dejado ya de sufrirlo.

Este es el motivo fundamenta de que la operación de fimosis o circuncisión no se recomiende hasta pasada esa edad, a no ser que surjan complicaciones derivadas de la anomalía.

Solución manual

Depende mucho del grado de fimosis, pero en la mayoría de las ocasiones, la repetición diaria de unas sencillas maniobras consistentes en echar hacia atrás la piel del prepucio puede contribuir a aumentar la elasticidad de la misma, y a eliminar las adherencias. Ni que decir tiene, por supuesto, que estas maniobras deben realizarse sin forzar nunca la piel, y bajo el asesoramiento del pediatra.

Si la fimosis es leve, el pediatra instruirá al padre o madre sobre cómo realizar la operación diaria para favorecer la elasticidad de la piel. Pero si el caso es más severo, entonces será el propio pediatra quien efectúe la maniobra, con la periodicidad que él mismo determine, y siempre y cuando sea posible.

En todo caso, nunca se debe actuar sin el asesoramiento previo del pediatra, ya que puede provocarse un estrangulamiento del glande, que debe ser tratado inmediatamente, o desgarrar la piel.

Complicaciones

La solución quirúrgica corre más prisa cuando, a consecuencia de la presunta fimosis, surgen complicaciones, la mayoría de las veces en forma de infecciones urinarias, que pueden llegar a ser graves.

La complicación más frecuente, que puede ser motivo de circuncisión, es la denominada balanopostitis. Básicamente consiste en una inflamación del glande y el prepucio, consecuencia de una infección de ambos. Se produce cuando algunas gotas de orina quedan retenidas entre el prepucio y el glande, y se mezclan con el esmegma, una sustancia blanca que se acumula en la misma zona, compuesta de grasa y células descamadas.

La mezcla irrita las superficies del glande y el prepucio, que se infecta, se inflama, desprende calor y supura. El niño puede legar a tener fiebre, dificultad para orinar o ganas de hacerlo frecuentemente.

Cuando se produce una complicación de este tipo, el primer paso es el tratamiento de la infección para hacerla desaparecer. Una vez hecho esto, el pediatra y los padres deberán valorar la posibilidad de circuncidar al niño para evitarle problemas, especialmente si no se trata de la primera vez que ocurre. En todo caso, si procede la operación, conviene recordar que siempre es mejor realizarla en la infancia que más tarde, cuando puede suponer un trastorno serio o complejos de tipo sexual.

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