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Si crees que la educación es costosa, trata de estimar el costo de la ignorancia [15-05-2020]

 

Todo está en los libros. Una frase que me acompaña desde pequeño de una manera implícita como ávido lector desde edad temprana, y también como un recurso didáctico escuchado “cienes” de veces, en boca de profesores, maestros de profesión o en cálidas conversaciones con sabios ancianos.

 

Hoy, tal vez, habría que decir que todo está en la Red, los libros también. Pues jamás hemos tenido acceso a tan vasto conocimiento en un click. Lo que pasa es que corremos el riesgo de dispersarnos en medio de tanta información, en medio de tanto conocimiento.

 

En esta crisis, muchos procesos que se estaban gestando en nuestra sociedad, como futuribles a corto plazo, se han acelerado obligados por las circunstancias. La enseñanza ha sido uno de ellos, se ha visto paralizada, se ha visto obligada a implementar la educación a distancia, pero tal obligada premura ha puesto en evidencia la realidad del sistema educativo, con respecto al “aula tecnológica”. Uno de los primeros problemas que se ha encontrado es el de la conectividad, todavía hay muchos hogares y muchas zonas geográficas sin internet; otro es la disposición de dispositivos adecuados para la formación virtual, en muchas familias hay un solo ordenador para compartir. Todo ello se suma a las dificultades relacionadas con el uso adecuado de la tecnología y la capacidad para aplicar los recursos por parte del sistema docente.

 

Lo que sí parece evidente es que la eterna lucha en el sistema educativo, con leyes que se cambian con cada partido que llega al poder, no es el camino. Pero es más, ya no solo necesitamos consensuar una ley educativa, sino que al haberse precipitado los acontecimientos, necesitamos cambiar el concepto de enseñanza, ardua tarea en este país de eterno cainismo y confrontación. Un poco de cordura no vendría mal.

 

Quizá habría que comenzar a pensar que no solo debemos transmitir conocimientos teóricos, sino también habilidades que permitan desenvolverse en un mundo tecnológico y cambiante, sin olvidar el aprender a gestionar las emociones en ese mundo de transformación social, donde también se eduque en valores dignos para conseguir una sociedad más empática y tolerante. La neurociencia empieza a hablar de los “nativos digitales“, esta nueva generación de niños y jóvenes, donde se aprecia un cambio a nivel cerebral, con más conexiones en las zonas de integración y menos conectividad en las zonas del cerebro que gestionan la memoria. Según algunos neurocientíficos esto no es bueno ni malo, simplemente el cerebro se adapta lo que se encuentra, a más información entrante y a cómo sacar partido a lo que más interesa de cada una de las fuentes de datos.

 

Ahora que vivimos en una superabundancia de información, relativamente muy accesible, comienza a replantearse la enseñanza tradicional. Puede que ya no tenga sentido aprender de memoria un cúmulo de conocimientos para aprender algo que ya se encuentra fuera del aula, tal vez tenga más sentido el diseño de nuevos entornos, de nuevas experiencias de aprendizaje que nos enseñen a movernos en la densa maraña de la información, abundantemente desmesurada, para encontrarle utilidad y aplicación efectiva.

 

Todo esto tampoco significa que aunque la tecnología vaya a ser fundamental en la enseñanza, tanto dentro como fuera del aula, se pueda sustituir la educación presencial, no sea que los alumnos terminen siendo una versión contemporánea de la cueva de Platón, convirtiendo las imágenes de la pantalla en las sombras del filósofo, en visiones distorsionadas de la realidad. Conceptos como involucración, trabajo en equipo, aplicación práctica de ideas, así como la reorganización del tiempo, del espacio y de las relaciones alumno- profesor, cobrarán mayor importancia cada día.

 

La verdad, es un gran reto que habrá que plantearse seriamente. La gestión de la adquisición de conocimientos condicionará cómo serán esas personas en el futuro. A lo mejor, deberíamos favorecer un plan estratégico-pedagógico que procure la formación de personas de carácter dinámico, innovador, transformador, curioso, tolerante y solidario, con capacidad para la gestión de datos y conocimientos, que fluya suave pero firmemente en esta sociedad cambiante y dinámica de futuro incierto. Siendo conscientes de que la inversión en educación nunca es suficiente, porque como dice Howard Gardner, el padre de la teoría de las inteligencias múltiples, “Si crees que la educación es costosa, trata de estimar el costo de la ignorancia.”

 

No deberíamos limitar el aprendizaje de las nuevas generaciones a nuestra propia educación recibida, porque ellos ha nacido en otra época, simplemente ha de ser diferente, ha de adaptarse a los tiempos.

Pero eso sí, yo les recordaría siempre que “Todo está en los libros”.

 

Buen día a tod@s!!!

 

Os quiero Bandid@s!!!

“Cuéntame y olvido. Enséñame y recuerdo. Involúcrame y aprendo.” Benjamín Franklin

No sé si os acordareis de aquella canción que musicó Aute para un poema de Munárriz, “Todo Está en los Libros”, que fue sintonía de aquel programa de literatura de los ochenta, “Biblioteca Nacional”. Pues he encontrado una digna versión completa, ante lo imposible de encontrar la original en Internet, me vale, nos vale…ahí os la dejo.

el-pinche-feliz

Aquí a diario Mis Gastrotapasdesde la “Oronja Home”
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