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Si después de un tiempo de soltería lo que te apetece es volver a enamorarte y comenzar una relación, aquí te damos todas las claves para conseguirlo.

Estar bien con uno mismo

Para empezar con buen pie una relación de pareja, lo ideal es sentirse a gusto como persona soltera. De este modo no buscaremos por necesidad, no escogeremos a la primera persona que se nos presente, sabremos lo que queremos y no queremos, y más fácilmente, también, cuando dejarlo, y tendremos la confianza de que en este último caso podemos volver a una situación en la que nos encontramos cómodos y a la que no tenemos miedo, vivir sin pareja.

Nuestra pareja, nuestro amigo/a

Hay que tener presente que en una relación de pareja entra muy en juego la atracción física y sexual, pero obviando estas características, que son personales para cada uno, podemos tener claras ciertas características que van a ayudar a que la relación con nuestra pareja sea fructífera.

Estas características se corresponden con aquellas que consideramos importantes en las relaciones de amistad ya que, básicamente, una relación de pareja debería ser una gran relación de amistad dónde existe gran atracción física y sexual y se comparten determinados planes para el futuro.

Empezar con buen pie una relación

Características de una buena relación de pareja

  • La comunicación es la regla básica. No se puede desarrollar una buena relación, de ningún tipo, cuando alguien se niega a la comunicación, se trate el tema que se trate (incluido el sexo).
  • La empatía, es decir, el poder ponernos en el puesto de la otra persona, nos va a dejar salir de nuestro punto de vista para, al menos, comprender el del contrario. Cuanto más empática es una persona, más capacidad tiene para desarrollar cualquier tipo de relación personal, sobre todo íntima.
  • La pareja se compone de dos personas iguales que actúan con reciprocidad. Esto quiere decir que yo cuido a mi pareja y mi pareja me ha de cuidar a mi.
  • Los sentimientos han de ser expresados, nunca se demoran o se ocultan. En los dos últimos casos llevan a la confusión, a la frustración y, en definitiva, al malestar en la pareja. Trabajemos este tipo de expresividad.
  • Hay que ver a la pareja como una persona, no como nuestra pareja. Apreciar objetivamente tanto sus cualidades como sus defectos, nunca mirándole a través del filtro de nuestros sentimientos.
  • Damos a nuestra pareja y nuestra pareja nos da el mismo apoyo que sentimos recibir de nuestros grandes amigos. El sentimiento de confianza debe crearse.
  • Cuando no obtenemos lo que necesitamos no esperamos a que lo adivinen. Es preciso contarlo. La gente no lee la mente por muy obvias que pensemos que son las cosas.
  • Hay que divertirse con la pareja. Del mismo modo en que buscamos esto con nuestras amistades, hay que trabajarlo con ella.
  • Ninguno hace nada que realmente no quiera hacer aunque el otro lo demande con insistencia. Existe el respeto.
  • No debemos dedicar nuestra vida exclusivamente a nuestra pareja (ni esta a nosotros). Otras facetas de nuestra vida quedan desatendidas. Las amistades han sido y no deben de dejar de ser atendidas.
  • Nadie puede negarnos el expresar nuestras opiniones, gustos u otro tipo de sentimientos o valores. Debemos respetar también las expresiones de nuestra pareja.
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