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– Más eficaz que embutirse en varios jerseys para protegerse del frío, resulta proteger aquellas zonas del cuerpo por donde pasa gran número de vasos sanguíneos – la cabeza, por ejemplo, o la planta de los pies, un auténtico tapiz venoso – así como la nuca y el cuello por donde pasan las carótidas. La sangre, caliente por tus cuidados, se repartirá llevando su calor a todo el cuerpo.

– Si una tarde vuelves a casa congelada, bébete una bebida caliente y pon tus muñecas bajo el grifo del agua caliente para que ésta caliente tus venas, o sumerge tus pies en una jofaina con agua caliente.

En cambio, si te han salido sabañones en las manos no los pongas en contacto directo con una fuente de calor (agua muy caliente o una llama).

Es mejor que protejas los dedos con unos guantes de lana fina y los masajees suavemente.

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