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– Todas aquellas plantas de interior que en invierno entran en un proceso de reposo requieren aire fresco. Incluso para las azaleas, cuya floración se produce en esta época, las habitaciones calentadas por la calefacción son excesivamente cálidas.

Mejor es que las lleves a una habitación que no tenga radiador o a cualquier sitio en el que se hallen a salvo de calores excesivos.

Al margen de este consejo quedan naturalmente aquellas plantas tropicales que se encuentran la mar de bien expuestas al calor de las calefacciones.

– Las azaleas florecen en mayo y junio. Tanto en verano como en invierno, un factor importantísimo para su supervivencia es la suficiente humedad de la tierra en que se asientan.

El mejor período para su plantación son los meses de otoño, y el mejor lugar, turba ácida y semisombra.

En invierno es preciso proteger a las azaleas de los vientos, tanto del norte como del este.

– La azalea es un arbusto pequeño de flores ovales, casi siempre dobles, de colores diversos. Espontáneamente la planta florece en primavera, y cuando se la “obliga”, lo hace en otoño-invierno, pero, claro, su supervivencia en el interior de nuestras casas no es fácil.

Hay que evitarle siempre el sol directo.

Para regarla, sumerge la maceta en agua templada durante media hora.

Es importante que la planta no padezca nunca de sed, sobre todo en verano e inicio de otoño.

En primavera es conveniente trasplantarla a una maceta algo mayor, con tierra especial para azaleas, o, si tienes jardín, en plena tierra, siempre que no sea calcárea, en semisombra y al abrigo del viento.

Un mes después de haberla trasplantado, suminístrale cada quince días un fertilizante para azaleas, y, si lo has hecho en el jardín, un par de veces al año, en julio-agosto y febrero-marzo.

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