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Hasta no hace mucho tiempo, cuando dos personas, hombres por lo general, puesto que se consideraba que la mujer siempre tenía preferencia, se encontraban ante una puerta cuyo umbral querían atravesar, podía entablarse una danza de cortesía en la que cada cual pretendía que fuera el otro quien pasara primero.

Sin necesidad de caer en extremos ridículos, es de buena educación ceder el paso a otra persona para que cruce la puerta antes que nosotros.

Pero lo que no admite disculpa, es una moda que practican algunos y que consiste en que, ante una puerta con cierre de muelle, cuando la persona que le antecede le ha sujetado educadamente la puerta para que no le diera en las narices, él pasa aprovechando el gesto, pero sin hacer lo mismo con la persona que le sigue. Intolerable.

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