A través del inglés es posible apreciar la relación que existe entre el amor y la gastronomía.
A diferencia de otros idiomas, en inglés casi todas las referencias románticas al ser amado aluden a un producto comestible: sugar, honey, honey pie, sweetheart, sweetie, etc. Son palabras que evocan dulzura como azúcar, miel y caramelo.
Para los anglosajones, el amor es dulce. En español también se suele decir que una persona es dulce. ¿Es que acaso sabe a azúcar? Los franceses son algo más excéntricos en esta materia y se refieren amorosamente a la pareja con un susurrado mon petit choux, que significa mi repollito.
Sobre todo cuando está próximo a celebrarse el Día de San Valentín, el día en que los enamorados intercambian tarjetas románticas, poemas, palabras dulces, promesas, miradas y besos, vienen a la mente estas reflexiones. Pocos saben que este santo fue un sacerdote de Roma en la época del emperador Claudio que celebró clandestinamente matrimonios cuando estaban proscritos con el fin de que los hombres fueran a la guerra.
Al ser sorprendido, fue encerrado y asesinado un 14 de febrero. Antes de morir, Valentín dejó una nota de esperanza a la hija del carcelero que lo cuidó durante su presidio. La nota decía Con amor de tu Valentín. Este hecho habría tenido lugar en el siglo III d.C. y dio inicio a esta milenaria celebración que cada pueblo ha ido adaptando a sus modos y usos.
Nada mejor que la cocina para sorprender a su pareja y derretir su corazón. En su máxima expresión, un plato preparado con amor también produce efectos sublimes y permanentes en el alma.