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La
encefalitis es la inflamación de la células del cerebro. La causa
habitual es una infección por virus. En algunos casos, se extiende al
sistema nervioso a partir de una infección como las paperas, el
sarampión o la mononucleosis infecciosa. No obstante, casi siempre, es
sólo resultado de una única infección. Existen pocas clases de
infección del cerebro que no causen los virus. Así, la enfermedad del
sueño africana, transmitida por un organismo unicelular que inocula la
mosca tse-tse.
¿Cuáles son los síntomas?
La gravedad de la encefalitis varía enormemente. En los casos leves,
los síntomas son los de cualquier infección vírica: fiebre, dolor de
cabeza, astenia y falta de apetito; en los más serios, la función
cerebral queda más afectada, con irritabilidad, inquietud, somnolencia
y, a veces, fotofobia; y en los gravísimos, hay pérdida de fuerza
muscular en los brazos o piernas, doble visión, dificultades en el
habla y la audición, y, en ocasiones, coma.
¿Es frecuente la enfermedad?
La encefalitis leve es muy común. La enfermedad fundamental puede
quedar enmarcada por síntomas que parecen compatibles con los de una
gripe suave, y así muchas personas no se han dado cuenta de que han
padecido un ataque de ella. Aproximadamente 1 de cada 1000 casos de
sarampión produce encefalitis leve. Los graves son rarísimos.
¿Qué peligros encierra?
Mucho depende de la edad del paciente y de la clase de microbio que
causa la enfermedad. La encefalitis en los bebés y personas mayores
puede ser fatal; pero las de otras edades, a menudo se recuperan por
completo, incluso después de una enfermedad grave y prolongada. Aunque
hay riesgo de daño cerebral, sólo un reducido porcentaje de casos tiene
consecuencias lamentables.
¿Qué debe hacerse?
Si usted tiene síntomas de encefalitis, y sobre todo si ha sufrido
recientemente una infección vírica como el sarampión, consulte a su
médico, quien probablemente le aconsejará hacer algunas pruebas para el
diagnóstico, incluidos análisis de sangre, radiografía de cráneo, un
electroencefalograma (EEG) y tal vez una TAC o un escán IRM. Una prueba
esencial consiste en el examen del líquido cefalorraquídeo, que se
obtiene por medio de una punción lumbar.
¿Cuál es el tratamiento?
Puesto que los virus no pueden responder al tratamiento antibiótico, el
básico consiste en atenuar los síntomas y permitir que las defensas
naturales del organismo superen la infección. Algunos de los tipos más
peligrosos de encefalitis (el causado por el virus herpes simplex, por
ejemplo) pueden actualmente ser tratados con fármacos como la adenina
arabinosa o el aciclovir, o bien con el interferón. Estas formas de
terapia están siendo todavía evaluadas, si bien ofrecen la oportunidad
de curar infecciones que de otro modo resultarían irreversibles. Casi
siempre suele mantenerse al paciente cómodo y bien alimentado. En
algunas ocasiones, las medicaciones esteroides ayudan a suprimir la
inflamación. En los casos graves, la alimentación se realiza con una
sonda nasogástrica, y la respiración tal vez deba efectuarse con ayuda
de un respirador artificial.
La recuperación de un ataque grave puede ser lenta y necesitar la
asistencia de un fisioterapeuta para recobrar las capacidades
fundamentales como el habla o el empleo del cuchillo y el tenedor. En
tales circunstancias -muy raras- el paciente puede depender de la
asistencia médica y familiar incluso durante una año.

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