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Tener cáncer no siempre significa tener dolor. Que un
paciente tenga o no dolor puede depender del tipo de cáncer, de la
extensión de la enfermedad y de la tolerancia del paciente al dolor.

La
mayoría de las veces, el dolor ocurre cuando el cáncer crece y presiona
contra los huesos, órganos y nervios. El dolor puede ser también un
efecto secundario del tratamiento.

Sin embargo, el dolor puede
aliviarse o aminorarse generalmente con medicamentos que requieren
receta o con fármacos recomendados por el médico pero que no necesitan
receta. Otras formas de reducir el dolor, como son los ejercicios de
relajación, pueden también ser útiles. No se debe aceptar el dolor como
algo que no se puede evitar por el hecho de tener cáncer.

Es importante
que los pacientes hablen del dolor para que se tomen las medidas
necesarias para ayudar a aliviarlo. El miedo de hacerse adicto o de
perder el control no debe impedir que los pacientes tomen medicamentos
para el dolor. Los pacientes que toman medicamentos para el dolor
causado por el cáncer, según lo ordene el médico, rara vez se hacen
adictos a ellos.

Además, si el paciente tiene efectos secundarios
problemáticos, el cambio de dosis o de tipo de medicamento puede ayudar
generalmente.

Fuente: Instituto Nacional del Cáncer
http://www.cancer.gov/espanol/

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