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HOMBRE: LIDERAZGO Y GÉNERO

Los estereotipo de género han adjudicado la capacidad de liderazgo únicamente a la identidad masculina, como si de una propiedad exclusiva de los hombres se tratara.
Bajo esta percepción del liderazgo es normal que pocas mujeres hayan ostentado puestos de poder, hasta determinado momento en el que las cosas poco a poco, han comenzado a cambiar. Claro es que mujeres y hombres tenemos estilos de liderazgo diferentes, y es ahora cuando las mujeres podemos comenzar a desarrollar nuestro estilo propio, ya que hasta hace poco, las mujeres debíamos utilizar las mismas estrategias que los hombres a la hora de ostentar el poder, para conseguir mantenerlo.

Hoy en día la participación de las mujeres en los negocios y la política, ostentando puestos de poder es notable, abriéndose paso en actividades que tradicionalmente correspondían al género masculino. Además el tipo de liderazgo que ejercen las mujeres, sería diferente del de los hombres, se trata de un liderazgo que favorece la motivación del equipo, estimulando la participación, compartiendo información y estimulando la autoestima ajena. El papel del hombre dentro del liderazgo es más dominante, competitivo y basado en el poder.
El liderazgo tradicionalmente ejercido por los hombres en el área de los negocios esta más orientado hacia el deber y la tarea de manera que ejerce un control más directo sobre el equipo o grupo, de manera que presentan la manera cómo se deben hacer las cosas y espera ver cumplido su mandato,

Por otro lado el estilo de liderazgo más frecuentemente ejercido por las mujeres, se trata de un estilo democrático con orientación a las relaciones sociales que se establecen en el equipo o grupo, de manera que se sugiere la forma de hacer las cosas, dando pie a cambios consensuados por el grupo.


A pesar de que el estereotipo femenino de liderazgo concuerda con las bases de la política actual, la imagen de poca credibilidad y capacidad atribuida a las mujeres han limitado su entrada a las posiciones de mayor poder político y económico. Los sociólogos llaman a este fenómeno el techo de cristal que se hace invisible, pero se encuentra ejerciendo. Por ello quizás los datos muestran que las mujeres tienen una participación femenina bajísima en las cúpulas de poder. Existen barreras subliminales pero reales que impiden la movilización vertical. Y esto plantea uno de los mayores retos de las mujeres hoy en día, conlleva que la mujer deba esforzarse mucho más que los hombres para alcanzar los mismos puestos que ellos ostentan desde hace ya siglos.



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