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… y comieron perdices.

Así acaban muchos de los cuentos de hadas que nos han contando en nuestra niñez. Pero todos recordamos que antes de llegar a esa final feliz, los protagonistas de esos cuentos debían pasar por aventuras y desventuras varias. Blancanieves casi es asesinada por su madrastra antes de conocer al príncipe. Cenicienta era una esclava de su madre y hermanas. Y Shrek tuvo que enfrentarse a un dragón para salvar a una princesa que finalmente descubrimos que está maldita.

Pero después de todo, por fin llega el “Y vivieron felices y comieron perdices” y pensamos que princesa y príncipe, u ogro y ogra, vivirán juntos enamorados por siempre y sin pasar por una desdicha nunca jamás.

Igualito, igualito que en la vida real, ¿ a que sí? Ya…

La felicidad no se alcanza, no es una meta, es una búsqueda, un camino que vale muchísimo la pena recorrer aunque nunca se llegue al final. Y para recorrer ese camino se requiere actitud, esfuerzo y compromiso, y mucho más en el caso de la felicidad en pareja, donde hay que aprender a armonizar las necesidades, deseos y limitaciones de uno con las del otro.

Y no te quepa la menor duda que durante ese camino no vas a dejar de encontrarte con obstáculos, ya sea en forma de madrastra disfrazada de suegra poco cariñosa, dragones que echan fuego por la boca cuando no te quedas una hora más en la oficina, o enanitos… que no dejan de llorar durante toda la noche.

La buena noticia es que esos obstáculos, que pueden llegar a aterrarnos de forma individual, son mucho más salvables cuando se trabajan en equipo. Y dos ya son un equipo. Así que ante los obstáculos, ante las dificultades, ante las diferencias y las malas rachas, no os encerréis cada uno en su propio castillo rodeado de puentes levadizos y trampas mortales: el trabajo, la casa, el bar, el aislamiento, la incomunicación…

Más que nunca en eso momentos tenéis que afrontar esos peligros que acechan vuestra relación, hacerlo utilizando una comunicación franca, directa, respetuosa y productiva, en pos de hallar una solución que luego se aplicará trabajando en equipo. Porque:

Los mejores equipos son aquellos que cuando las cosas se ponen feas, consiguen estar más unidos que nunca.

¿O que creíais, que la aventura se acababa con el “Y vivieron felices y comieron perdices”? Ahí es justo cuando comienza la auténtica aventura.

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