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Sacar partido a sus vacaciones

 

Nos vamos de vacaciones. Llenamos el coche con maletas, visores, pelotas y todas aquellas cosas que parecen indispensables, nos alejamos de este mundo lleno de quehaceres, obligaciones y estrés, nos preparamos física y mentalmente para tomar ése tan merecido desanso.

Las vacaciones nos dan la oportunidad de retomar algo fundamental: la convivencia.

Todo nos predispone a estar relajados y de buen humor, aprovechemos el paréntesis que nos ofrecen estos días para acercarnos más a cada uno de los miembros de nuestra familia.

La realidad es que, en lo cotidiano, estamos tan pendientes de trabajar, llevar al niño al dentista, entregar el trabajo en la escuela, no llegar tarde a la cita y estudiar para los exámenes, que nos olvidamos de lo verdaderamente importante.

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¿Recuerda cuando éramos niños y jugábamos a los encantados?, ¿se acuerda del alivio que sentíamos al tocar la base, que podía ser un simple cojín o un árbol? Bueno, pues las vacaciones nos proporcionan momentos ideales para regresar a nuestra principal base en la vida: la familia.

Como dice Martín Díaz Descalzo: “Los padres nos dedicamos tan apasionadamente a organizar el futuro de nuestros hijos, que hasta nos olvidamos de hacerles felices en el presente”.

Lo importante en estos días es platicar, hacer castillos de arena juntos, conocer cosas nuevas, reírnos mucho, disfrutarnos.

Debemos olvidarnos de la economía, las calificaciones y los asuntos por resolver en el trabajo y entregarnos a compartir por completo.

Alguna vez, en mi familia, salimos de vacaciones todos juntos (siete hermanos con hijos, esposos y esposas). Pusimos una serie de reglas y observarlas parece haber sido la clave del éxito de nuestro viaje.

 

Quiero compartir esas reglas con usted, por si le parece prudente adoptarlas.

 

1. Queda estrictamente prohibido un solo indicio de mal humor.

2. Se dejará en casa toda preocupación, aun tratándose de un posible embarazo, una pérdida de empleo, problemas con la Secretaría de Hacienda o de una “gran oportunidad” que se puede ir.

3. En ningún momento se hablará de dietas.

4. Se deberá platicar, jugar y convivir con los hijos lo más que se pueda, aun cuando estemos en lo más interesante de nuestro libro, adquiriendo un bronceado perfecto o a punto de iniciar el dominó.

5. La hora máxima permitida para retirarse a descansar será a las 5:00 horas.

6. Nadie deberá sentirse obligado a participar en ningún plan o paseo ni a conocer una “maravilla por visitar” si no le da la gana.

7. Queda prohibido enfermarse o hacerse el enfermo.

8. Es obligatorio reír un mínimo de cinco veces, además de dar dos sonoras carcajadas al día.

9. Obligadamente se comprará todo aquello que agregue belleza a su persona, en atención a y para disfrute de su cónyuge, quien deberá pagar las cuentas.

10. Si salen al extranjero, nadie deberá hacer de “mexicano profesional”, dando enormes propinas y entonando el Cielito Lindo o la Canción mixteca (Qué lejos estoy del…).

11. A la hora de la comida, nadie sacará de su bolsa chiles serranos envueltos en un kleenex y, mucho menos si es con la intención de ofrecerlos.

12. Nadie levantará la voz escandalosamente, así se le aparezca Carlos Salinas de Gortari.

13. Se observará, por el bien de todos y por caridad de Dios, puntualidad.

 

Al hacer las maletas para irnos de vacaciones, no olvidemos empacar también la disposición de convivir, de acercarnos el uno al otro, de meternos en el mundo de los demás para platicar de sus cosas y de sus intereses y de hacer lo que nos gusta.

Aquilatemos esos momentos tan simples y pasajeros que, sin embargo, son muy importantes porque nos acercan más a nuestros seres queridos.

¡Disfrute de unas merecidas vacaciones!

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