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Compañera del acto de cocinar, de la lectura, la escritura o acompañante del alma [01-05-2020]

 

Amanezco normalmente con un ritual, café y música, ese es el primer desayuno. El café me despeja la mente, la música alivia mi alma. Pongo en práctica un pequeño juego conmigo mismo, abro mi lista de reproducción favorita, esa donde se mezclan multitud de canciones con sus recuerdos asignados. Todas han significado algo en algún momento, tiene casi siete horas de duración y ochenta y tres canciones, no están todas las que son, pero son todas las que están. Y doy al botón de reproducción aleatoria, reconozco que no hay riesgo porque todas me gustan y cualquiera será bienvenida, pero siempre hay preferidas y uno espera, expectante, que el “armónico sorteo” me depare alguna de ellas. Todos tenemos nuestras gilipolleces, ¿no?. De pronto hacen aparición los acordes de batería primero, y de riff guitarrero a continuación, de “Walk This Way” de Aerosmith, bien, no es el “premio gordo” pero me parece buena forma de empezar la mañana.

 

La música es una de las manifestaciones artísticas más primitivas y alucinantes del ser humano. Su término procede del griego, mousiké, que significa el arte de las musas, el propio significado ya dice todo. La teoría mayoritaria con respecto a su origen sugiere que fue anterior al lenguaje, como cierto modo de expresar sentimientos básicos, por lo que es muy probable que una de las primeras manifestaciones musicales fuera un entonado arrullo en forma de nana para tranquilizar a un cachorro humano. Es una forma de lenguaje ancestral que no se contempla en otros primates, y que tiene una naturaleza esencialmente emocional, sólo hay que apreciar que la indiferencia emocional hacia la música, ya sea negativa o positiva, prácticamente no existe.

 

El poder de la música reside entonces en esa capacidad para plasmar y obtener emociones, por eso es muy frecuente que asociemos una canción especifica a cualquier periodo o evento dado en nuestra vida, sintiendo a veces que una canción en particular ha retenido, como si de una lampara maravillosa se tratara, todas las emociones, divertidas o tristes que alguna vez experimentamos asociadas a esa canción en concreto. La música, sin duda, es uno de los lenguajes de la memoria, y como tal al escuchar esas canciones que forman parte de nosotros pueden traer recursos, pueden evocar sentimientos, nos puede relajar, o activar. Además, como iremos descubriendo nuevos temas a lo largo de nuestra existencia, ampliaremos la banda sonora de nuestra vida, porque cada vida tiene una banda sonora.

 

Yo no podría vivir sin música, es terapéutica, reparadora, a veces sintiendo plenamente, inmerso en ella y descubriendo todos los detalles, todos los acordes. Otras veces como fondo, como relleno del silencio, como sutil o marchoso camino a transitar, como ayuda a la meditación, como potenciadora de la concentración o como simplemente compañera del acto de cocinar, de la lectura, la escritura o acompañante del alma.
Esta reflexión sobre la música me lleva a pensar qué quizá Nietzsche tenia razón cuando expresó que “la vida sin música sería un error”. Razón de más, para llenar nuestras vidas del maravilloso y melódico elemento primordial que es la música.

 

Buen día a tod@s!!!

 

Os quiero Bandid@s!!!

“La música es la literatura del corazón, que comienza donde terminan las palabras.” * Alphonse de Lamartine

Pues voy a hacer justicia al azar, así que os dejo con la ganadora del “armónico sorteo” de hoy, “Walk This Way” de Aerosmith, para que andéis vuestro camino o lo dancéis, quien sabe…

el-pinche-feliz

Aquí a diario Mis Gastrotapasdesde la “Oronja Home”
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