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Nuestras percepciones sensoriales, cuyo origen parte de los órganos de los sentidos extendidos por todo nuestro cuerpo, acceden al área del conocimiento de nuestro cerebro o área gnósica-sensorial, desde el que se desplazan al área de “reflexión”, cortex prefrontal, al encuentro de los datos “instintivos” o genéticos. Es en el área ideatoria donde se elaboran y contrastan datos, para construir la idea. El pensamiento es la sumación de ideas, que trasladadas al área ideomotora se transforman en acto desde el área motora.

Este sencillo esquema nos enseña los pasos en los que, de uno u otro modo, se puede “intervenir” en la forma de pensar desde la plenitud de la consciencia y su decantación hacia una u otra actuación, sin dar prioridad permanente a los automatismos no conscientes.

Atender, cuidar y dirigir nuestros sentidos, multiplicar sus capacidades, orientarlos hacia la percepción idónea que faciliten la “gestión” de nuestro ser en las mejores condiciones posibles es predisponernos a un rendimiento más orientado hacia lo que queremos.

cerebro La reiteración de estas actuaciones facilita una actitud determinada en cierto modo por nuestra voluntad, es decir, una manera de estar en el mundo. Por tanto, aprendemos día a día, a saber estar y eso mismo retroalimenta los procesos anteriormente citados.

Oler, degustar, ver, oír, sentirnos en todos los órdenes táctiles, captarnos endo y propioceptivamente es la forma conjunta de acceso a la información de nuestro máximo órgano rector, el cerebro, para su mejor rendimiento.

Por tanto, es posible, sin menoscabo de abrirse a todas las opciones, cultivar todos y cada uno de nuestros sentidos e incluso su conjunto con finalidades especificas o genéricas.

Todo es aprender, dado que existen métodos y técnicas precisas al efecto, sin condicionar nuestra forma de pensar, nuestra libertad y con absoluto respeto a sí mismo y a los demás.

Incluso hoy se hace posible la modificación del código genético en sí y más en los rasgos y tendencias que de él se derivan. El determinismo está superado. Genetistas como Jhon Sulston se atreven a confirmarlo.

Don Santiago Ramón y Cajal ya avanzó que, el ser humano “es el escultor de su propio cerebro”.

 

Es posible acceder a métodos adecuados para vivir mejor. Existen

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