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MANÍAS desde las más ridículas e insólitas

 

En la vida de pareja no todo es de color de rosa.

 

Algunas manías y obsesiones pueden pasar de ser esporádicas a permanentes, con los consiguientes problemas de convivencia. La cuestión es cómo se pueden articular las del uno y las del otro una vez que se decide vivir bajo un mismo techo.

Varios estudios revelan que hoy en día, concretamente un 46% de los hombres encuestados afirman que la mujer es más propensa que el hombre a las manías, frente al 34% que confirman lo contrario. Sin embargo, cuando se les pregunta a las mujeres sobre la misma cuestión, sólo el 25% responde estar de acuerdo con tal afirmación en contraposición al 54% que declaran no estar de acuerdo.

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Todas las personas tienen manías.

En ciertas ocasiones se trata de ocultarlas, otras se hacen sin darse cuenta, y otras incluso se desea llevarlas a cabo. Las hay de todos los colores y formas: desde las más ridículas e insólitas, como tener una ventana siempre abierta independientemente de la temperatura y hora; hasta las más rebuscadas, como dormir sólo con tapones en los oídos.

Descubrirlas, cuestión de tiempo

Por lo general, cuando dos personas deciden convivir, cada una llega con sus propios gustos y preferencias consolidados. Pero como el primer período suele ser de idealización, cuentan más las afinidades que las diferencias. Cuando transcurre un cierto tiempo, aparecen las desigualdades y con ellas, los conflictos.

La pareja es la única que puede decidir si tolerarlas y mantenerlas en su relación o, si por el contrario, los problemas y diferencias que provocan en su vida diaria, invitan a que desaparezcan. Frente a este tipo de choques, el amor debe ser un lugar de encuentro, de renuncia y de acuerdo compartido.

Manías masculinas

Es curioso, pero las manías, al menos algunas, pueden clasificarse por género. Existen ciertas costumbres o rarezas netamente masculinas, y otras intensamente femeninas.

El deseo del control del mando a distancia. Muchas veces acompañado por una necesidad intensa de cambiar de canal cada dos segundos sin prestar un interés especial a ninguno y sin tener en cuenta las preferencias de la persona con la que comparte la televisión.

Mojar el baño, cuando se lavan los dientes o se bañan, etc. Lo dejan todo humedecido sin pensar en quien viene detrás. Por más que se les diga cómo deben mantener la limpieza del baño, a la hora de la verdad, no lo llevan a la práctica.

Se prestan para ayudar en las labores domésticas… haciendo constantes preguntas a la mujer acerca de dónde se encuentra esto y de cómo se coloca en su adecuado sitio. En ciertas ocasiones, pueden minar la paciencia de la mujer.

Manías femeninas

Levantarse de la mesa nada más acabar de comer. Es algo muy singular de las mujeres, recoger rápidamente para limpiar en vez de disfrutar de una sobremesa agradable. No soportan ver la mesa llena de platos sucios y llena de miguitas de pan. Para quienes disfrutan de los postres, esta costumbre resulta odiosa.

La constante obsesión porque todo esté en perfecto estado en la casa. Pretenden que los hombres solucionen problemas domésticos, haciéndose pasar por electricistas o fontaneros. Cualquier cambio que éste haga, por pequeño que sea, será percibido por la mente femenina.

El interés constante por el cual se inclinan a la hora de elegir la ropa de su pareja. Inclinan más en la balanza su propia opinión y gusto, ignorando el de los hombres.

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