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¿Clarividencia?

 

Me platica una querida amiga:“Estoy molesta con mi esposo. Y últimamente he estado un poco distante y seria con él, pero ¡ni cuenta se da! Lo que más coraje me da, es que ¡actúa como si nada, ni siquiera pregunta qué me pasa!”¿No se da cuenta…?.

 

¿Ya hablaste con él?, le pregunto. Y ella responde:“Si en verdad le interesara, él me tendría que preguntar”.
Cuando Bety me platica esto, ya ha construido un caso sobre lo insensible que es su marido. Lo curioso es que Luis, el esposo, no tiene ni la más remota idea del enojo de Bety.

Con la objetividad que da observar las cosas de lejos, nos damos cuenta de que Bety ha cometido un error muy común en la comunicación de pareja: asumir que el otro tiene poderes de clarividencia.

 

¿Le suena familiar?

A veces pensamos que nuestra pareja puede comprender lo que estamos pensando o sintiendo sin necesidad de que se lo digamos directamente. Es tanto como asumir que la señora que se la pasa bajándole a la tele durante los comerciales lo hace para que su esposo se dé cuenta de que ella quiere platicar con él. Y, como él no es adivino, aprovecha esos minutos para leer la sección de deportes del periódico. Un día, ella explota y, por supuesto, ¡el esposo no entiende nada de lo que pasa!

Por alguna razón, quizá con la falsa idea de ser más fuertes o más prudentes, o más algo, callamos sentimientos o los exteriorizamos de una manera indirecta, esperando que nuestra pareja tenga dotes de clarividente. Tal vez hacemos uso del lenguaje no verbal, sugerimos cosas, mandamos pistas o, peor aún, hablamos con la persona equivocada. Y, por supuesto, las cosas nunca mejoran y el costo emocional es muy alto. Además, le negamos a nuestra pareja la oportunidad de defenderse, de explicar por qué hace las cosas o de analizar nuestro punto de vista y posiblemente cambiar.

comunicación de pareja

¿Por qué es importante hablar?

Porque la comunicación en la pareja es tan esencial que en el momento que empieza a perderse, como fichas de dominó, se desencadena una serie de hechos predecibles. Cuando no hablamos las cosas clara y directamente, es muy fácil que nos malinterpreten. Y cuando sentimos que alguien no nos entiende o no recibe nuestro mensaje, podemos anidar resentimientos y emociones negativas que pueden explotar a la menor provocación y cuando menos vienen al caso.

Aquí algunos consejos que los expertos Matthew McKay y Martha Davis nos dan en su libro “How to comunicate”:

Sea directo

Para evitar que un problema pequeño se haga grande, lo primero que tenemos que hacer es encontrar el momento y lugar oportuno para hablar con nuestra pareja y hacerlo de manera directa y sin rodeos. Evitemos terciar la información con la idea de que el otro la reciba, ya que esto sólo complica las cosas.

Háblelo pronto

Si tardamos en decir que estamos muy molestos o dolidos, con frecuencia empeoramos las cosas. El enojo crece y el resentimiento se acumula para después salir de manera pasiva, agresiva, por otro lado. Además, cuando hablamos pronto, compartimos las reacciones del momento, lo cual ayuda al otro a comprendernos mejor, y entonces puede tener tiempo para adaptarse o reaccionar adecuadamente.

Sea claro

Cuando damos el mensaje completo reflejamos nuestros sentimientos, pensamientos y observaciones. No dejamos nada afuera, ni los disfrazamos. Esto exige que hagamos consciente lo que nos molesta y por qué nos molesta. Tampoco es bueno decir las cosas en forma de pregunta. Por ejemplo el esposo a la esposa: “¿Por qué tienes que regresar a la escuela, si aquí tienes mil cosas qué hacer?”. El mensaje escondido es: “Temo que, si regresas a la escuela, no podré verte lo suficiente y me sentiré solo”. Es mejor ser honestos, le aseguro que nuestra pareja nos comprenderá más fácilmente.

Sea congruente

El contenido, el tono de la voz y el lenguaje corporal deben ser uniformes. La incongruencia confunde, por ejemplo: una mujer le pregunta a su esposo: “¿Cómo te fue en el trabajo?”. Y, mientras el marido le responde, ella coquetea con el espejo que le queda enfrente. Con su voz estará diciendo: “Me importa lo que me dices”, pero su cuerpo dice, “apúrate a contestarme, porque estoy un poco aburrida”.

Tome el riesgo

Cambiar cuesta trabajo, es más cómodo y natural repetir conductas pasadas que aventurarnos a hacer algo nuevo.

Sin embargo, si queremos mejorar la relación con nuestra pareja y desafortunadamente no es clarividente, sería bueno recordar que somos casi tan felices como puedan ser nuestras relaciones, y que vale la pena arriesgarnos y encontrar nuevas alternativas… Mejorarlas está en nuestras manos.

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