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La “Era de la Posverdad” [29-05-2020]

 

He despertado intranquilo y agitado. Sueños raros, reflejos subconscientes de temores e inseguridades. Lo curioso es que no eran individuales en esencia, sino más bien colectivos, generales, no sé si distópicos, pero sí muy inquietantes. No habíamos aprendido nada, la verborrea facilona de los dirigentes lo invadía todo. Y no todo seguía igual, no, era peor todavía. Llamaban a esta era la “Era de la Posverdad”.

 

Un poco más tarde, aterrizando en la realidad a lomos de un cargado café, casi me he sentido aliviado por estar en este momento presente, a pesar de la dureza del mismo. “Todavía estamos a tiempo”, me he dicho, “no pierdas la fe”.

Luego he reflexionado sobre el término posverdad, que se define como la distorsión deliberada de la realidad, como la manipulación de creencias y emociones con el objetivo de influir en la opinión pública y en las actitudes de las personas. En realidad es un uso emocional que, desatando las emociones de la gente, pretende cambiar sus pensamientos a la vez que se camuflan los hechos.

 

La posverdad se basa en discursos y escritos, los cuales intentan manipularnos o distorsionar la realidad que percibimos. En la política actual se refleja perfectamente, constantemente, a la izquierda y a la derecha, en lo nacional y en lo internacional.

 

Me pregunto por qué la posverdad resulta tan atractiva. Quizá su secreto esté en la narrativa, en la propagación de explicaciones simples vestidas de coherencia. En discursos populistas que prometen imposibles y soluciones sencillas para todos los problemas. Están repletas también de dicotomías: o blanco o negro, o estás conmigo o estás contra mí, si no estás con los “buenos” eres de los malos.

 

Para librarse de todo esto hace falta, de inicio, algo: espíritu crítico y fuerza de voluntad. En estos momentos hace falta algo más que buenas intenciones, hacen falta compromisos reales, que se noten, se vean, se sientan. En los seres humanos abundan las buenas intenciones, la gran mayoría deseamos un mundo mejor, más justo, en paz, en armonía, en bienestar, en equilibrio. Pero las buenas intenciones se quedan en nada, generalmente, por falta de voluntad. La fuerza de voluntad es el motor que todo es capaz de promover y que todo puede cambiar. Puede que sea el ingrediente principal que necesite este mundo para guiarlo hacia un futuro más humano, empático, sensible y beneficioso para todos. Puede que sea capaz de transformar el afecto virtual, los deseos poco tangibles, poco transformadores, en pasar a la acción a través de la empatía compasiva, el compromiso con los demás, la motivación y el impulso por hacer el bien.

 

Pocas cosas pueden cambiar tanto el rumbo de nuestro mundo como dejar de ser indiferentes. Es cierto que desde casa o nuestras pantallas digitales no nos cuesta nada desear lo mejor a quienes lo pasan mal. Nos encantaría que todo lo que ahora va mal, se solucionará, que todo problema halle solución, que toda carencia sea saciada.

 

Sin embargo, los meros deseos, por sí solos, no alivian, no sanan, no dan de comer, ni apagan las incertidumbres y las inseguridades. Debemos inyectar buenas dosis de moral, de voluntad, de compromiso, de cambio real, de sosiego. A veces las acciones más pequeñas, si se hacen desde el corazón, desde la unidad, son capaces de cambiar el mundo.

 

La humanidad suele pasar de manera cíclica por eventos de gran dureza e impacto, ha sido algo común en este pequeño planeta. Toda crisis nos quita algo y nos obliga a algo, a una transformación, a un cambio de mentalidad, a una obligación de seguir mirando hacia delante, con esperanza, también con espíritu crítico, con deber de aprender de lo sufrido. La vida es dura e imprevisible, no importa lo bien que puedan estar diseñados nuestros planes, cuando todo se complica, cuando todo se derrumba, podemos recuperarnos y continuar hacia adelante o quedarnos allí a vivir en la vana resignación.

 

Leo que un político ha comentado que su crispación y polarización es muestra de la crispación de la sociedad. Que no se equivoque, pues es a la inversa, su confrontación, macarronismo y falsedad, puede acabar contagiándolo todo. Ellos deberían aprender de los ciudadanos, que en la mayoría de los casos, han demostrado una madurez y responsabilidad tremenda.

 

No perdamos la fe, pero tampoco fiemos todo a la providencia. Con poner cada uno nuestro grano en el montón puede ser suficiente, la colaboración, la cooperación, la ética, el compromiso, la solidaridad…grano a grano…se hace granero.

 

Buen día a tod@s!!!

 

Os quiero Bandid@s!!!

“La mayoría de las cosas importantes en el mundo han sido logradas por personas que han seguido intentando cuando parecía no haber ninguna esperanza.” Dale Carnegie

Hoy os dejo un video de un turista que se une a unos músicos callejeros, de inmensa calidad por cierto. Una muestra de lo que se puede hacer juntos, desde la calle, desde abajo.

el-pinche-feliz

Aquí a diario Mis Gastrotapasdesde la “Oronja Home”
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