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¡Fin a las Hemorroides!

 

No todas las enfermedades circulatorias son mortales de necesidad. Existen males circulatorios más leves que los coronarios pero que, aún así, suponen grandes molestias y malestar general para quien las padecen. Es el caso de las hemorroides, que sufren una de cada cuatro personas en España.

Son un mal que suele sufrirse en silencio, probablemente por temor o por vergüenza. A pesar de ello, las últimas estadísticas indican que se trata de una enfermedad muy común que afecta a una de cada cuatro personas adultas.

Pero, ¿qué son exactamente? Se trata de una dilatación de las venas hemorroidales, que están situadas en el esfínter anal. Existen dos tipos: internas y externas. Las primeras se producen al dilatarse las venas del plexo superior de la mucosa rectal. Si las afectadas son las venas del plexo inferior, entonces se produce una hemorroide externa, fácilmente detectable al tacto.

De alguna forma, se puede afirmar que son otro de los tributos que la humanidad tiene que pagar por caminar erguido: el sistema de drenaje de ésta zona carece de válvulas, por lo que el organismo se ve incapaz de compensar el aumento de presión que la posición erguida produce en las venas hemorroidales.

hemorroides

Factores de riesgo

Sin embargo no todas las personas sufren hemorroides, por lo que está claro que existen situaciones, hábitos de conducta, alimentarios, etc. que predisponen más a padecerlas. En general, debe considerarse en esencia un problema circulatorio, y, por lo tanto, cualquier factor que resulte perjudicial para el sistema circulatorio puede favorecer su aparición.

Por supuesto, también existen factores específicos que favorecen su aparición. Cabe citar factores hereditarios; otros males, como el estreñimiento o la diarrea; o pasar demasiado tiempo de pie o sentado… También corren especial peligro de sufrir hemorroides las mujeres embarazadas, especialmente en las últimas semanas de gestación. En este caso, suelen desaparecer después del embarazo, pero pueden empeorar con embarazos subsiguientes o con la edad.

Síntomas y complicaciones

El síntoma más común e inequívoco de su aparición es la palpación por parte del propio paciente, especialmente en el caso de las externas. En el caso de las internas, más aparatosas, son fácilmente detectables ya que, con frecuencia, provocan molestias al defecar, secreciones mucosas e incluso pequeñas hemorragias que pueden provocar una ligera anemia.

Los verdaderos problemas pueden llegar cuando, con el paso del tiempo, las hemorroides aumentan de tamaño. Entonces aumenta también la posibilidad de que se formen trombos en su interior, o fisuras en su superficie que se infectan una y otra vez. En esos casos, generalmente se hace necesaria una intervención quirúrgica para eliminar el problema.

Buenos hábitos

Para evitar llegar a casos extremos, es muy importante tomar medidas desde la aparición de los primeros síntomas. En primer lugar hay que tener en cuenta que la aparición de hemorroides indica una deficiente circulación venosa en general, no solo en la zona donde aparecen.

Una vez que han surgido, ni que decir tiene que se hace imprescindible mantener una escrupulosa higiene anal, evitando en todo momento frotar o rascar la zona con el fin de evitar las infecciones. Son especialmente recomendables los baños de asiento con agua muy fría, e incluso helada (añadiendo hielo al agua), que reducen el dolor, bajan la inflamación y atajan el sangrado.

Cuidado con la alimentación

Además, hay que evitar a toda costa las comidas sazonadas en exceso y el alcohol, y procurar una alimentación equilibrada que no provoque diarreas ni estreñimiento. Conviene añadir mucha fibra a la alimentación con la ingestión de frutas, verduras, pan integral y líquidos abundantes. La práctica de deporte, por otro lado, activa la circulación sanguínea en general y la venosa en particular, por lo que resulta especialmente recomendable también en este caso.

En cualquier caso, se debe acudir al médico cuando se siente dolor intenso (generalmente asociado a la aparición de trombos en las venas), o bien cuando aparezca sangrado o secreciones excesivas. Solo en casos severos debe procederse a su extirpación quirúrgica.

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