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Dice el refrán “juventud divino tesoro”. Pero además de ser un tesoro, la adolescencia y la juventud llevan asociados profundos cambios en nuestro organismo, cambios que pueden llegar a convertirse en un problema, en algunos casos estético, en los peores, para nuestra salud. Uno de estos problemas es el acné.

El ser humano se relaciona con lo que le rodea a través de sus sentidos. Pero, existe un órgano que además de relacionarle con el exterior lo defiende de las agresiones ambientales, lo protege de bacterias, virus y demás gérmenes y le ayuda a regular la temperatura de su cuerpo. Este órgano, el mayor del ser humano, es la piel. Pero la piel también tiene sus propios mecanismos de defensa y entre ellos se encuentra el sebo, una secreción que, junto con el sudor, forma una película protectora ante esos elementos agresivos para el organismo.

acne-juvenil Este elemento protector es producido por las glándulas sebáceas, encargadas además de la eliminación de algunos productos procedentes del desecho celular. Estas glándulas poseen un único conducto por donde secretar estas sustancias. Pero, si por algún motivo, este conducto se obstruye, el sebo junto con las demás sustancias queda acumulado en el interior de la glándula. La acción de las bacterias sobre el sebo acumulado provoca la infección de la glándula, que se inflama, dando lugar a las tan odiadas espinillas, pesadilla de generaciones de adolescentes. Aparece el acné, es decir, la hipertrofia e infección de las glándulas sebáceas de la piel.

Aunque puede aparecer como consecuencia de alguna reacción alérgica, suele ser un problema más que habitual durante la adolescencia y la juventud. No solo la molesta espinilla que “brota” exactamente el día más inoportuno, sino aquellos casos en que el problema aislado da paso a patologías más serias. La causa de su aparición en esta época del desarrollo humano es una subida en los niveles de andrógenos. Si además, a esta subida se suma el estrés, el ciclo menstrual o unas características adversas en la piel, el problema se complica.

Del acné juvenil no se escapan ni chicas ni chicos.

Las primeras consiguen librarse antes de este problema, aunque también su aparición es más temprana (dado que se desarrollan antes que los chicos). Ellos lo llevan peor: el problema puede llegar a durar aproximadamente entre 4 y 7 años, y aunque suele ser de índole moderada, también puede llegar a ser severo.

Mantener controlados en lo posible los síntomas del acné exige establecer dos frentes de ataque: limpieza escrupulosa y una alimentación equilibrada. Una piel limpia a diario, libre de grasas e impurezas es imprescindible si deseamos que el acné desaparezca. Por otro lado, también es importante utilizar productos específicos para este problema, tras consultar al especialista.

 

La alimentación es otra de las formas de plantarle cara al acné.

Las glándulas sebáceas tienen una sorprendente capacidad de absorción sobre los ácidos grasos y el colesterol (lo confirman recientes investigaciones), y eso significa que los alimentos con alto contenido en este tipo de compuestos serán los que más perjudiquen los síntomas del acné. Por el contrario, aumentando el consumo habitual de frutas, vegetales y cereales integrales, conseguimos aumentar la proporción de vitaminas en la dieta, auténtico “ariete” en nuestra lucha contra las espinillas. Estas sustancias, imprescindibles en los distintos procesos metabólicos que tienen lugar en la nutrición, repercuten de forma decisiva en la salud y buen estado de nuestra piel. En la misma línea, debemos destacar al zinc.

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  • La vitamina A, protectora natural de la piel, la encontramos en la leche y productos lácteos, yema de huevo y en vegetales.
  • La vitamina C presente en los cítricos (naranjas, limones, mandarinas y pomelos), las fresas, etc. resulta imprescindible para el organismo porque desempeña un papel importante en el metabolismo celular y protege nuestra piel.
  • Los cereales integrales, el hígado, los cacahuetes, etc. son ricos en vitamina B6, que aumenta la resistencia de nuestro cuerpo frente a enfermedades dermatológicas.
  • Por último, la vitamina E, un antioxidante imprescindible en la lucha contra los radicales libres y por lo tanto, otro elemento básico para defendernos de ciertas enfermedades, la encontramos en los aceites de frutos y semillas y en la yema de huevo.

Ya hemos hablado de vitaminas, pero si tenemos que pensar en minerales con efecto anti-acné, debemos citar al zinc, decisivo en la etapa del crecimiento y para el desarrollo epidérmico y capilar. La carne, el pescado, los huevos, los cereales integrales y las legumbres con fuentes importantes de zinc.

Pero si, a pesar de todo, las espinillas te dan la lata, no te desanimes, te ofrecemos algunos consejos que quizás puedan ayudarte:

– No abuses de los alimentos grasos, por ejemplo los embutidos, patés, bacon, mantequilla, nata, chocolate…
– Procura no abusar de los dulces y de las bebidas gaseosas.
– Aumenta el consumo de agua, frutas, verduras y hortalizas.

 

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