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Gastos, gastos, y más gastos. Te dan la extra de Navidad sííí…, pero a veces piensas que no te da ni para los polvorones.

 

Te planteas cómo invertir tu presupuesto, cómo estirar los billetes para que lleguen hasta la comida de Reyes…

Estamos pues, ante un conflicto importante porque, no se si te das cuenta, estamos en el último sprint ¿merece la pena comer “el langostino congelao”? ¿Hay tanto desfase en los precios? ¡Lee, lee! Ya verás…

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Datos

Según los datos recogidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la venta de determinados productos aumenta considerablemente. No es difícil pensar que los comerciantes aprovechan el tirón para hacer el agosto ¿Pero no estamos en Navidad…?

Los típicos artículos de estas fechas suben llegando incluso a doblar su precio, sobre todo pescados y mariscos.

Soluciones

Piensa en tu economía, vamos a intentar encontrar soluciones.

Vamos a pensar en cuáles son los productos que más suben: Normalmente, besugo, cordero, mariscos, pavo…

Todos ellos se pueden congelar así que, si has sido precavida y los tienes en tu congelador, no dudes en cocinarlos porque no pierden nada de nada… Y te repito, no te preocupes por lo del congelado.

Las carnes son las grandes estrellas, no han sufrido subida de precios sino todo lo contrario.
Es una buena opción para que tu presupuesto no sea tan exagerado.

Pero si tienes algo congelado no dudes en la calidad. La carne de vacuno resiste sin ningún problema un año de congelado y el cerdo hasta seis meses.

Las aves puedes tenerlas hasta cinco meses, los pollos diez.

Los pescados blancos los conservarás hasta seis meses frente a los tres de los grasos y mariscos.

Hay otros productos que evidentemente, no se pueden congelar, caso de los espumosos o los vinos.

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Aquí la recomendación que te hacemos es muy simple: ajusta el presupuesto familiar al máximo y no te pases ni un ápice; si crees que te va a ayudar, haz una lista previa y no te dejes llevar por el impulso navideño (porque lo has dejado todo para última hora y en este momento estás tan agobiada que compras lo que sea con tal de solucionar tus compromisos); y evita comprar los productos que sabes que suben más que la espuma del champagne –léase frutas tropicales o langosta fresca.

Un buen festín navideño está muy bien pero luego llega la temida cuesta de enero y hay que apretar el cinturón; ya se que comer el “besugo congelado” no es lo mismo pero… qué quieres, los precios están por las nubes…

Así que átate los cordones de los zapatos y no te dejes llevar por la pasión.

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