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Suprimir el desayuno con la esperanza de que esto nos ayudará a eliminar el peso indeseado. El resultado de ello será el sentirnos hambrientas más tarde, cuando el consumo de calorías será mucho mayor que si hubiéramos comenzado el día con un huevo pasado por agua y una tajada de pan integral.
Aderezar las ensaladas con salsas cremosas, mantequilla, crema para ensalada o mayonesa. Debemos limitarnos a usar simplemente aceite y jugo de limón, vinagreta o vinagre de sidra.
Servirnos la comida en un plato grande. Si lo servimos en platos pequeños haremos que las porciones parezcan tan grandes como aquellas a las que estábamos acostumbradas.
Comer las grasas animales, el azúcar o la sal que se encuentran en las comidas procesadas o preparadas en las carnes enlatadas u otras comidas de este tipo.
Ingerir comidas o meriendas ricas en carbohidratos a altas horas de la noche. A menos que trabajemos de noche, las calorías se convertirán en grasa.
Tomar alcohol, a menos que sea indispensable. Debemos tomar jugos de frutas, o agua mineral con una tajadita de limón, lo que en reuniones sociales, puede confundirse con ginebra y agua tónica.

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