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Nos ocupamos de nuestro rostro, de nuestro pecho… pero,
¿qué pasa con esa zona intermedia que también nos delata y a veces revela nuestra edad?
Tu cuello habla por ti, por lo que cuidarlo es belleza, pero también salud. Si quieres
evitarle arrugas o papada… sólo hay que prestarle un poco de atención.

¿El cuello? ¿Cuántas veces nos hemos
olvidado de él? De hecho no es hasta que presenta un evidente “defectillo” que
le hacemos algo de caso. Pero, como todo nuestro cuerpo, también él es sensible y
necesita de sus cuidados: tanto cosméticos como físicos.

A veces tomamos el sol y con la barbilla
baja no nos acordamos ni por asomo del cuello, cuyo color acaba luego contrastando de
manera exagerada con nuestro cutis, pecho y brazos perfectamente bronceados, y es que no
le damos la importancia que merece. Su piel es igual de sensible que la de las otras
partes de tu cuerpo. O incluso nos atreveríamos a decir que más, ya que tiene menos
glándulas sebáceas que el rostro y, por tanto, mayor tendencia a envejecer. Si a eso
añadimos su poca exposición al sol, estamos hablando de gran sensibilidad. Y por tanto,
de más necesidad de cuidados.

Evitar la papada

Evitar las bolsas de grasa bajo el cuello
empieza por un consejo: la dieta. El cuello es (como lo pueden ser las caderas o el pecho)
una zona de riesgo para algunas mujeres con algo de sobrepeso, aunque también se da el
caso de mujeres delgadas que sufren del mismo problema.

En uno y otro caso lo más aconsejable es
que te apliques tú misma una crema reductora todas las noches con un ligero masaje que
estimule la circulación y contribuya a quemar grasas mediante la fricción, que puedes
realizar incluso con los nudillos de las manos (pero nunca frotando con nervio y causando
dolor).

Otros problemas

Hay veces que, aunque no se trate de
papada, nuestro cuello adquiere un aspecto amarillento y desnutrido como consecuencia de
un descuido en el cuidado de la piel a la que no se ha procurado la suficiente atención:
basta con un poco de ejercicio o masaje habitual (tampoco se requiere que sea diario) para
estimular el riego sanguíneo. A diferencia del caso de papada, no se trata de eliminar
grasa, sino de hacer “revivir” la piel para que ésta recupere su tersura y buen
aspecto. ¿Cómo? Basta con una crema exfoliante enriquecida con vitaminas que, aplicada
sobre el cuello, permita eliminar las células muertas.

¿Y el ejercicio?

Tanto en un caso como en el otro, el
ejercicio debe ser también un ingrediente básico de atención. Y es que, la verdad,
pocos deportes se ocupan de él. ¿Qué tal si lo haces tú? Basta con que de vez en
cuando te acuerdes de moverlo con pequeños movimientos, que no sean forzados, claro
está, de rotación: hacia los lados, de adelante a atrás (vigilando en este movimiento
posibles pinzamientos por la brusquedad), con intervención alternada de hombros… total:
un ejercicio que no cansa y que tiene tantos beneficios como cualquiera. Pruébalo y con
el tiempo te convencerás.

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