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Melenas largas, cortos, rubios, caobas y negros…sea cual sea el estilo escogido, el pelo es un protagonista constante en la belleza femenina.

El cabello es una materia viva y, por tanto, tiene su propio ciclo de nacimiento, crecimiento y muerte. Para cuidar cada una de estas etapas, antes de nada hay que conocerlo. La fuerza, el brillo y el movimiento del cabello son síntomas de su salud. Todos los excesos o carencias de nuestro organismo quedan reflejados en él, ya que es extremadamente frágil y expresivo.

El cabello se compone de dos partes: una que se ve, el tallo y otra, oculta dentro del cuero cabelludo que es la raíz. Esta parte interna es la zona viva del pelo, constituida por células que se regeneran a un ritmo más rápido que cualquier otra parte de nuestro cuerpo.

El cuero cabelludo es una fuente de vida donde tiene lugar una importante actividad metabólica que constituye para la raíz una base de nutrición. El bulbo la parte más profunda del cabello, esta en contacto con los vasos sanguíneos, de los que se nutre, y con los nervios, con los que se estimula.

El tipo de vida actual, el estrés, la fatiga, el agotamiento, las dietas pobres y los adelgazamientos rápidos, tienen repercusiones inevitables sobre la vida del cabello. Los cambios hormonales, la maternidad, ciertos medicamentos o determinados cuidados capilares inadecuados, tienen, también, su reflejo en el volumen de la cabellera.

Una dieta rica en nutrientes y una alimentación equilibrada le van a aportar los elementos precisos para que éste se mantenga sano y fuerte. Existen vitaminas y oligoelementos específicos capaces de actuar de forma directa sobre el pelo y poner un tono saludable a las cabelleras más castigadas.

Así, la vitamina A es indispensable para la regeneración de los tejidos y para el buen funcionamiento del cuero cabelludo, ya que normaliza la acción de las glándulas sebáceas. Se encuentra en la leche, los huevos y la mantequilla.

La vitamina E refuerza la circulación sanguínea y ejerce una función tonificante, impide la formación de radicales libres y evita el envejecimiento celular. Se puede ingerir con los cereales, frutos secos, huevos y vegetales.

La vitamina H mantiene el mecanismo graso de la piel que protege el cabello de la caída. Su carencia altera la secreción de glándulas sebáceas. La contienen los cereales, la leche y las verduras.

Además de las vitaminas un cabello sano necesita minerales como el hierro (hígado, huevos, legumbres…) el cobre (nueces, cacao, marisco…) el potasio (plátanos, legumbres…) y magnesio (tomates, algas…)

Los especialistas recomiendan un buen cepillado antes de lavarlo. La elección del champú es decisiva, debe de ser acorde con el tipo de pelo y mantener un equilibrio correcto entre los detergentes y los principios activos. Cada cabello y cada problema requieren un producto y una solución diferentes.

Para cabellos secos, es conveniente utilizar una mascarilla hidratante, que ha de aplicarse sobre el cabello una vez que este se ha secado con una toalla. Los acondicionadores preparan el pelo para el peinado, por lo que su elección dependerá del estilo que se desee.

Tan importante como el lavado es saber secar y moldear sin castigar el cabello. Lo ideal es secarlo con los dedos, aplicándole aire no demasiado caliente ni en contacto directo con el pelo y moldear con un cepillo de cerdas naturales. Las planchas que rizan o alisan el pelo no son perjudiciales si no se abusa de ellas, aunque el exceso de calor contribuye a deshidratar el cabello.

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