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En total, mide más de dos metros cuadrados. No es sólo una capa protectora. Es un sistema que regula la temperatura corporal, percibe los estímulos de dolor y placer, no permite que determinadas sustancias entren al organismo y representa, además, una barrera protectora frente a los efectos perjudiciales del sol. El color, la textura y los pliegues de la piel contribuyen a identificar a los individuos. Cualquier alteración en su funcionamiento puede tener consecuencias importantes para la salud física y mental.

En las diversas regiones del cuerpo varían el espesor y el color de la piel, así como el número de glándulas sudoríparas, glándulas sebáceas, folículos pilosos y nervios.

La piel tiende a sufrir cambios a lo largo de la vida de una persona. La de un bebé tiene una capa más gruesa de grasa y una mucho más fina de queratina protectora. A medida que las personas envejecen, pierden la grasa del estrato subcutáneo, la dermis y la epidermis se vuelven más delgadas, las fibras elásticas de la dermis se fragmentan y la piel tiende a arrugarse. La irrigación sanguínea de la piel también disminuye con la edad, por lo que las lesiones cutáneas curan más lentamente en las personas mayores. Las pieles más envejecidas producen menos sebo protector y, por ello, la piel se seca con mayor facilidad.

A diferencia de antaño, hoy se sabe que todo se absorbe mejor por la piel. De ahí la proliferación de cremas con vitaminas y antioxidantes con fines cosméticos.

Las pieles se clasifican en:

* Normal: es la que todos quisiéramos tener, pero son pocos los favorecidos. Esta piel es naturalmente saludable y llena de vida, pero el tiempo y la vida moderna hacen sentir sus efectos. Si se adopta la costumbre de cuidar la piel, se le devolverá ese equilibrio natural que alguna vez tuvo. Si no tienes acceso a un buen producto cosmético, la glicerina es un emoliente (lubricante) perfecto.

* Grasa: es bastante frecuente que los adolescentes tengan este tipo de piel; en ella se presentan manchas y acné. La eliminación profunda de la grasa natural (sebo) es contraproducente porque provoca más grasa. El problema es conocido como seborrea. La limpieza suave, la aplicación regular de calor y el empleo ocasional de una mascarilla de acción profunda es la mejor manera de tratar este tipo de piel. El aloe vera tiene propiedades curativas para los granos; también hidrata y limpia.

* Seca: tiene aspecto escamoso. La psoriasis y el eccema son dos manifestaciones graves de este tipo de piel. El nutritivo plátano propicia intensa humedad, mientras que la miel es calmante y nutritiva.

¿Cuál es tu piel?

Una prueba muy sencilla permite determinar el tipo de piel. Despega una de las hojas de una toalla de papel y apriétala sobre la cara. Si al quitar el papel notas un residuo graso, significa que tienes la piel grasa; todo lo contrario indica piel seca. Haz esta prueba en distintas zonas de la piel para comprobar si hay variaciones, lo normal es que las haya.

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