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Después de la putrefacción

– Después de la putrefacción, pues, y disolución de estos cuerpos, nuestros cuerpos también ascienden hasta el tope, incluso hasta la superficie del agua disolvente, en una blancura de color, cuya blancura es vida.

Y en esta blancura, el alma antimonial y mercurial es por concierto natural infundida en, y unida con, los espíritus del sol y de la luna, lo que separa lo fino de lo grueso, y lo puro de lo impuro.

Esto es, elevado poco a poco, la parte fina y pura del cuerpo, de las heces e impurezas, hasta que todas las parte puras son separadas y ascendidas. Y en esta obra se completa nuestro trabajo de sublimación natural y filosófica.

Ahora bien, en esta blancura está infusa el alma en el cuerpo, es decir, la virtud mineral, que es más sutil que el fuego, siendo en verdad la quintaessentia y la vida, que desea o ansía nacer de nuevo, y separar las contaminaciones y ser despojada de sus heces groseras y terrestres, que ha tomado de su matriz monstruosa, y del lugar corrupto de su origen.

Y en esto está nuestra sublimación filosófica, no es en el mercurio impuro, corrupto, vulgar, que no tiene cualidades o propiedades como aquellas con las que nuestro mercurio, extraído de sus caverna vitriólicas, es adronado. Pero retornemos a nuestra sublimación.

Después de la putrefacción

Después de la putrefacción

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