– Tomad buen tártaro, cuya factura sea brillante, calcinadle en el hornillo de reverbero durante diez horas: en seguida le pondréis sobre una plancha de mármol, después de haberlo pulverizado, y le dejaréis en un lugar húmedo, y se convertirá en un líquido aceitoso.
Cuando esté completamente licuado, se le pasará a través de un filtro de algodón.
Le conservaréis cuidadosamente; os servirá para hacer la imbibición de vuestra cal.