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– Toma una onza de cal de Luna copelada, calcínala según el modo descrito al final de nuestra obra sobre el Magisterio.

Esta cal será reducida en seguida a polvo fino sobre una plancha de pórfido. Imbibirás este polvo, dos, tres, y cuatro veces al día con buen aceite de tártaro preparado del modo descrito al final de esta obra; después harás secar al sol.

Continuarás así hasta que dicha cal haya absorbido cuatro o cinco partes de aceite, tomando por unidad la cantidad de cal; pulverizarás el polvo sobre el pórfido como se ha dicho, después de haberlo desecado, porque entonces se reduce más fácilmente a polvo. Cuando haya sido bien porfirizada, se le introducirá en un matraz de cuello largo.

Agregaréis nuestro menstruo hediondo hecho con dos partes de vitriolo rojo y una parte de salitre: de antemano habréis destilado ese menstruo siete veces y lo habréis rectificado bien, separándolo de sus impurezas terrosas de manera que, al último, dicho menstruo sea completamente esencial.

Entonces se cerrará perfectamente el matraz y se pondrá al fuego de cenizas, con algunos carbones, hasta que se vea hervir la materia y disolverse. Finalmente se destilará sobre las cenizas hasta que todo el menstruo haya pasado, y se aguardará a que la materia esté fría.

Cuando el recipiente esté completamente frío, se le abrirá, y la materia se colocará en otro vaso bien limpio provisto de su capitel perfectamente cerrado. Se coloca todo sobre cenizas en un horno.

En cuanto la masilla del cierre esté seca, se calentará, primero suavemente hasta que toda el agua de la materia sobre la cual se opera haya pasado al recipiente. Después se aumenta el fuego para desecar por completo la materia y exaltar los espíritus hediondos que pasarán al capitel y de allí al recipiente.

Cuando veréis llegar la operación a este punto, dejaréis enfriar el vaso disminuyendo poco a poco el fuego. Ya frío el matraz, retiraréis de él la materia, y la reduciréis a polvo sutil en el pórfido. Pondréis el polvo impalpable así obtenido en una vasija de tierra bien cocida y cuidadosamente vidriada.

Después le verteréis encima agua corriente hirviendo, removiendo con un palo limpio hasta que la mezcla sea espesa como mostaza. Removed bien con la varilla hasta que veáis aparecer algunos glóbulos de mercurio en la materia; pronto habrá una cantidad bastante grande de él, según la que hayáis empleado de cuerpo perfecto, es decir, de Luna.

Y hasta que tengáis una gran cantidad, echadle de vez en cuando agua hirviendo y removed hasta que toda la materia se reduzca a un cuerpo semejante al mercurio vulgar. Se quitarán las impurezas terrosas con agua fría, se secará sobre un lienzo y se pasará a través de una piel de gamuza. Y entonces veréis cosas admirables.

Extracción del Mercurio del cuerpo perfecto

Extracción del Mercurio del cuerpo perfecto

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