UA

– Todo comenzó con un ejercicio de relajación como preliminar a unos minutos de meditación antes de dormir. Tanto me relajé, que entré en un profundo sueño; no recuerdo nada de lo vivido aquella noche pero es algo habitual en mí el no recordar los sueños o hacerlo raramente.

Una vez despierto, me ví caminando por el dormitorio y a la vez, acostado en la cama.

Yo era yo, -el de fuera-, por lo que no reparé en mi aspecto, eso no tenía la menor importancia para mí; veía al otro como un soporte del que me estaba sirviendo, como una ropa que usaba.

La felicidad que sentía no es expresable en palabras, tenía la sensación de estar de nuevo en mi medio natural, como si nuestro mundo fuera un pálido y pobre reflejo de otra realidad. La sensación de levedad era tal, que me estaba dando cuenta del enorme peso de nuestro cuerpo.

Quise salir de esa habitación, tenía una gran curiosidad por descubrir cosas, por saber hasta dónde podría llegar y a quienes encontraría en ese viaje alucinante.

Disponiéndome a partir, sin pensarlo mucho, me asaltó una duda: ¿qué seguridad tenía de poder regresar? si no lo hacía, parecía claro que esa sería mi muerte, en ese caso sería una catástrofe para mi familia (no para mí).

Tenía que tomar una decisión, sopesé los pros y los contras y decidí finalmente que si arriesgaba mi vida, lo haría por alguien, no por algo. De manera que, paralelamente a mi cuerpo físico, fui dejándome caer; no conseguí entrar sino después de varios intentos.

Cuando se nos “duerme” un brazo o una pierna, tenemos una sensación de hormigueo en esa zona; curiosamente, en aquella ocasión nunca más repetida, el hormigueo fue total: de pies a cabeza.

Me sentía como dentro de una fría estatua o algo parecido, en esos momentos no podía mover absolutamente nada de mi cuerpo. Poco a poco, fui recobrando el movimiento: primeramente de ojos, después párpados, a continuación de los dedos de manos y pies, y así, hasta tener nuevamente el control de mi cuerpo y poder levantarme.

Muchas veces me he preguntado si en realidad ya estaría de regreso de un viaje no recordado y del que únicamente tendría conocimiento, sometiéndome a una o varias regresiones hipnóticas pero abandoné la idea al tratarse de un método que puede ser lento y por tanto muy costoso.

Posteriores relajaciones nunca más me han llevado a una experiencia como la relatada, al menos que yo sepa, puede ser porque el paso de los años nos hace menos impresionables.

Lo ocurrido, sumado a otros muchos sucesos extraños en mi vida, han conseguido que no tenga ninguna duda de que hay algo consciente en cada uno de nosotros que sobrevive a la muerte.

No obstante la tranquilidad que me aporta esta certeza absoluta, creo que no debemos preocuparnos demasiado del mañana, sino vivir plenamente el hoy intentando ser lo más felices posible.

Un viaje astral. Vivir plenamente el hoy

https://analytics.google.com/analytics/web/?authuser=0#/a19873651w39653599p39359059/admin/integrations/adsense/editor/MELVhoLOS4O55HAh2VocUA