Los Westmore, prestigiosa estirpe de maquilladores norteamericanos, establecieron en los años setenta una clasificación de las formas del rostro que aún sigue vigente y a la que pueden ajustarse todos los semblantes que se dan en la vida real.
Ovalado. Es el rostro más perfecto y no requiere ningún tipo de rectificación. Se identifica con el tipo venusiano.
Redondo. Representa las caras que situando el diámetro a la altura de las mejillas son igual de largas que de anchas. Se identifica con el tipo solar o lunar.
Alargado u oblongo. Suele imprimir cierta dureza a la expresión y se identifica con el tipo saturnino.
Cuadrado. Se define por la anchura de las zonas horizontales de la cara y se identifica con el tipo jupiteriano.
En forma de diamante. Incorpora al rostro cuadrado un ensanchamiento a la altura de las mejillas y se identifica con el tipo marciano.
En forma de triángulo. Es aquel que se muestra más ancho a la altura de la boca que en torno a los ojos. Se identifica con el tipo mercuriano.
En forma de triángulo invertido. La zona más ancha del rostro está situada a la altura de los ojos, mientras que la barbilla es fina. Se identifica con el tipo terrestre.
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